23 mayo 2012
EL VATICANO – De "gran generosidad" calificó Benedicto VVI a los católicos de Estados Unidos que acogen a los nuevos inmigrantes, en declaraciones recientes, a la vez que respaldó el compromiso de los obispos estadounidenses con una reforma migratoria más humana y menos injusta que la actual.
El pasado viernes el Papa sostuvo la última de un grupo de reuniones periódicas que, durante los últimos meses, celebró con ese cuerpo obispal, en la cual se refirió a la necesidad de que la Iglesia, como institución y cuerpo de Cristo, acoja el rico patrimonio de fe de los católicos hispanos, asiáticos y africanos que, recientemente, han arribado a ese país; y admitió que la reforma migratoria resulta una cuestión civil política y compleja en medio de la actual campaña electoral que comienza en los Estados Unidos, pero que demanda, más temprano que tarde, una solución conciliatoria y que respete los derechos humanos de quienes llegan a esa nación en la búsqueda de un destino diferente al que tienen en muchos de sus países pobres.
Benedicto XVI había abordado, en reuniones anteriores, otros controversiales temas presentes en la actual campaña electoral estadounidense, como es el caso de la condena al matrimonio en personas del mismo sexo y la urgente necesidad de que la Iglesia pueda tener la libertad necesaria en la promoción de la enseñanza religiosa que, según su visión, puede contribuir a parar los niveles de violencia y sembrar en los educandos valores perdidos en la actual sociedad.
El Santo Padre, al elogiar la posición de los obispos norteamericanos en torno al tema migratorio, pidió mayor atención pastoral a esas personas, muchas de las cuales viven afligidas en medio del conflicto de familias divididas por este fenómeno, la asistencia caritativa en torno a las necesidades materiales de estos sectores y denunciar cualquier tipo de violación y discriminación con los migrantes, además de sostenerlos con el poder la oración.
Concluyó afirmando que un signo esperanzador del nuevo papel de la Iglesia ante el dolor y la injusticia que causa el flagelo de la inmigración, cuando las leyes que supuestamente pretenden proteger al país de la violencia y el terrorismo no resultan justas en las actuales circunstancias, es el prolongado compromiso de los obispos con el pueblo. Y afirmó que: "Esta es, claramente, una cuestión difícil y compleja desde los puntos de vista civil y político, como también social y económico, pero por sobre todo desde el punto de vista humano."
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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