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Washington Desencantado (Ahora) Con La Iglesia Católica Cubana

26 enero 2010
por Manuel Quintero

GINEBRA, Suiza – Documentos del Departamento de Estado revelados por Wikileaks hablan del desencanto de la Administración estadounidense con el papel de la Iglesia Católica cubana de cara al gobierno de la Isla.

Un artículo reciente del diario español El País hace referencia a un cable del 2008 de Jonathan Farrar, jefe de la Oficina de Intereses de EE.UU, en la Habana, donde señala que "desde el cardenal Ortega hasta las monjas de provincias, la Iglesia católica evita desafiar al Gobierno,"

Según dicho artículo, "los diplomáticos de Estados Unidos no tienen grandes esperanzas de que la Iglesia católica sea el elemento que cambie el régimen castrista," y consideran que la Iglesia católica "ha renunciado al activismo político en la isla, e incluso optó por distanciarse de los disidentes católicos, a cambio de que el régimen le permita mantener un espacio para el culto y pueda reconstruir su infraestructura en templos y seminarios."

No siempre fue así. Durante la difícil década de los noventa, la Iglesia Católica levantó una voz muy crítica del modelo socialista cubano, comenzando con la carta pastoral ‘El amor todo lo espera' en 1993 y culminando con el discurso de bienvenida del obispo Pedro Meurice a Juan Pablo II en 1998.

La pastoral ‘El amor todo lo espera,' que vio la luz en un momento particularmente crítico de la Revolución, el llamado ‘período especial,' criticó un proyecto que habría producido un profundo deterioro social y espiritual, rencores acumulados y esperanzas perdidas.

El texto destacaba que "una sociedad más justa, más humana, más próspera, no se construye solamente trasladando montañas o repartiendo equitativamente los bienes materiales. La falta de amor fraterno, y más aún el egoísmo y el odio, son más graves.... el hombre necesita del pan para vivir pero ‘no sólo de pan vive el hombre'."

En sus palabras de bienvenida a Juan Pablo II a la diócesis de Santiago de Cuba en enero de 1998, Pedro Meurice se refirió con marcada ironía a "un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología"

"Este es un pueblo que tiene la riqueza de la alegría y la pobreza material que lo entristece y agobia casi hasta no dejarlo ver más allá de la inmediata subsistencia ... este es un pueblo que ha luchado largos siglos por la justicia social y ahora se encuentra, al final de una de esas etapas, buscando otra vez, cómo superar las desigualdades y la falta de participación," subrayó el prelado.

Sin olvidar la revista Vitral, de la diócesis de Pinar del Río, que inició su publicación en 1994 y ha sido desde entonces un espacio de agudas críticas que abarcan desde la insensibilidad, la indiferencia y la mediocridad de los dirigentes hasta el irrespeto de ciertos derechos humanos fundamentales en la Isla -cuyo director, Dagoberto Valdés, fue calificado de "calumniador sistemático y enemigo acérrimo del proceso revolucionario" y de "provocador al servicio de los agresores y de los enemigos históricos de Cuba" por el diario oficial Granma.

Significativamente, Valdés y otros miembros del equipo directivo de la revista renunciaron en abril de 2007, en desacuerdo con la política editorial dictada por Jorge Serpa, el nuevo obispo de la diócesis.

Así, un análisis objetivo de la trayectoria pública de la Iglesia Católica cubana mostraría tanto posiciones críticas como de compromiso e incluso apoyo abierto a la Revolución, reflejo de tensiones internas nunca totalmente resueltas respecto de cuál sería la línea profética del catolicismo nacional ante el proyecto socialista cubano.

El retiro en 2007 de Meurice Estiú y del obispo de Pinar del Río, José Siro González, acalló las voces más críticas dentro de la Conferencia Episcopal, posibilitando la política de diálogo y colaboración del arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, a quien debe atribuirse el mayor acercamiento entre el gobierno y la institución de los últimos cincuenta años.

Esa política le ha permitido al catolicismo colocarse como vocero privilegiado de la débil sociedad civil existente en la Isla y negociar con éxito algunas cuestiones sensitivas con el gobierno de Raúl Castro, como la liberación de presos políticos y de conciencia.

En esa lógica se inscribe el respaldo del cardenal al proceso de reformas económicas propuestas por Raúl Castro, un proceso "que nos implica a todos, y la buena marcha de estas transformaciones no depende solo de las autoridades en sus decisiones, sino también de la comprensión adecuada, por parte del pueblo," sentenció Ortega durante la misa en la catedral de La Habana del pasado 2 de enero.

Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación

 

 


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Last Updated February 3, 2011