10 septiembre 2010 por José Aurelio Paz
LA HABANA, Cuba – "La mayor expresión de la originalidad y la creatividad de Lucius Walker fue su manera de practicar su amor al prójimo, la mayor expresión de ese amor fue su compromiso con Cuba y con su Revolución," expresó el pastor bautista Raúl Suarez Ramos, en el emotivo culto celebrado aquí, en conmemoración por la vida del máximo líder del movimiento Pastores por la Paz, quien falleciera el pasado martes en la ciudad de Nueva York, a consecuencia de un infarto masivo.
Como misma es la vida en que lo salobre de las lágrimas se mezcla a veces con la alegría y la risa, así fue la jornada nocturna de este jueves que tuvo lugar en el Centro Memorial Doctor Martin Luther King, Jr (CMLK), de esta capital, a la cual asistieron importantes figuras del ámbito religioso y de gobierno de la Isla.
Con voz agrietada por la emoción, Suárez, quien además de parlamentario es el director de esa emblemática institución anfitriona de las Caravanas de Solidaridad Estados Unidos-Cuba, contó que, al recibir la noticia y luego de "esa sacudida violenta e inesperada, clamé a Dios: ¡En qué momento para nuestro pueblo, en qué momento de las relaciones de nuestros países, en que momento para la vida de nuestro planeta, para la paz del mundo, en qué momento, Señor, Lucius nos deja."
Una noche llena de anécdotas y de testimonios, de cantos de compromiso cristiano en el templo de la Iglesia Bautista Ebenezer, aledaño al CMLK en la popular barriada de Marianao, donde numerosas personas abarrotaron el recinto para tributar su admiración por el hombre que, en 21 ocasiones, violó el embargo norteamericano a Cuba trayendo ayuda humanitaria, "porque ningún gobierno puede impedir que un cristiano ejerza su vocación de amor al prójimo," como expresara Suárez.
Se encontraban presentes, por la parte eclesial, el reverendo Humberto Fuentes, vice-presidente del Consejo de Iglesias de Cuba; la obispa de la Iglesia Anglicana Griselda del Carpio; el reverendo Antonio Santana, presidente de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba; Pedro Lazo, presidente de la Liga Islámica de Cuba y la reverenda Estela Hernández, directora del centro Juan Francisco Naranjo, entre otros.
Por la parte gubernamental asistieron el presidente del Parlamento cubano Ricardo Alarcón de Quesada; Caridad Diego Bello, jefa de la Oficina para la Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista; Javier Domínguez, director de la Dirección de Norteamérica del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP); Carlos Amat, director de la Asociación Cubana de Naciones Unidas; y Alfonso Fraga, presidente de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL).
El reverendo Suárez hizo un recuento de los años ‘90 en que, ante la caída del llamado campo socialista, Cuba queda prácticamente sola en el mundo. "Estábamos en el mismo comienzo del período especial en que nuestra vida como país estaba a su mínima expresión. Llegaban ayudas en que unas se limitaban al simple hecho de la donación material, otras tratando de socavar nuestra soberanía, de ofrecer solamente desde la perspectiva asistencialista o de cooperación al desarrollo, pero Lucius entendió el verdadero sentido de la solidaridad que era el compromiso con nuestro pueblo y su causa social," subrayó.
Por su parte, Javier Domínguez, el representante del ICAP, también conmovido habló de diez años de relaciones personales "en que pudimos valorar su sagacidad, su simpatía, su humildad, su profundo conocimiento de nuestro país ... Al escuchar otra vez su voz -refiriéndose a la proyección de un documental que abrió el acto- recordé una frase del destacado escritor y poeta hindú Rabindranath Tagore: ‘Cuando la muerte acalle mi voz, mi corazón seguirá hablando.' ¡Y el corazón de Lucius nos sigue hablando hoy!"
La pastora Estela Hernández, quien ha estado al frente por la parte eclesial de la distribución de la ayuda humanitaria traída al país por los caravanistas de Pastores por la Paz, concluyó su testimonio agregando: "Estamos tristes. Nuestro corazón está triste. Casi todos los ojos tienen lágrimas, pero la muerte de este hombre que vivió para servir, amar y entregarse, también es útil, porque tocará la vida de otros norteamericanos que harán irreversible su causa con Cuba."
A nombre del Partido y del Gobierno hablaron Caridad Diego y Ricardo Alarcón de Quesada.
La primera, lo calificó de "hombre excepcional" que "seguirá presente entre nosotros por su pensamiento de paz, por su legado de justicia, por sus acciones solidarias." Recordó los días de los caravanistas en huelga de hambre, allá en Laredo, para que el gobierno de los Estados Unidos dejara pasar la primera guagua amarilla que venía a Cuba en la primera caravana y concluyó: "Lucius seguirá siendo inspiración para todo hombre y mujer que, en cualquier parte del mundo, pretenda alcanzar la justicia; esa por la cual luchamos para que se haga presente, también, en el caso de los cinco cubanos presos de manera injusta en cárceles norteamericanas, encarcelados también por ese Imperio al que Lucius se enfrentó, en 21 ocasiones, para traer a Cuba amor, justicia y paz, para condenar el genocida bloqueo que intenta ahogar y rendir a nuestro pueblo. Por eso pienso que, en la próxima caravana 22, lo veremos, otra vez, descender del avión para caminar nuestras calles y abrazar a nuestra gente."
Así mismo el presidente del Parlamento, en su alocución, expresó que "Cuba ha tenido pocos amigos como este hombre, tan sinceros, tan íntegros" y se refirió a que el líder afro-norteamericano no solo se preocupó por este país, sino que extendió su causa a otros como Nicaragua, El Salvador y Haití, calificándolo de "ejemplo de cristiano."
Alarcón, justificando su alusión a diversos pasajes bíblicos en que se habla de la entrega, "cuando aquí hay tantas autoridades eclesiales," dijo que cuán difícil era "cumplir con el precepto de amar al prójimo como a ti mismo, incluso para los cristianos, y nuestro hermano Lucius lo logró ( ... ) En él yo pude conocer al hombre nuevo. ( ... ) De manera que en él se cumplen aquellas palabras que San Juan Apóstol escuchó: "Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de vida."
Como cierre de la celebración-homenaje, los presentes se tomaron de la mano, lejos de todo credo y/o posición política, para entonar juntos el himno de lucha We Shal Over Come.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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