2 septiembre 2010
por Susana Barrera

SAN SALVADOR – Mientras que Honduras recibía los restos de sus compatriotas, víctimas de una masacre en México, "El Salvador debe esperar a comparar los ADN de las victimas salvadoreñas para entregarlos a sus parientes," dijo el Juan José García, Vice-canciller salvadoreño, durante una conferencia de prensa.

Setenta y dos migrantes, entre estos 14 salvadoreños y 16 hondureños, fueron masacrados en San Fernando, Tamaulipas, México, la semana pasada. Las edades de los centroamericanos oscilaban entre los 15 y los 40 años, según informes de las respectivas cancillerías. Los medios de prensa regionales han transmitido imágenes dantescas del hecho.

El suceso ha consternado al país. Las iglesias históricas han dedicado oraciones, en sus respectivos cultos, a las víctimas y sus familiares. "Ya esto no puede repetirse, hemos perdido el valor de la vida," se mostró indignado el reverendísimo Martín Barahona, obispo de la Iglesia Episcopal de El Salvador.

"Las crisis económicas familiares, las faltas de oportunidades en nuestros países, nos expulsan a los jóvenes, ocasionan desintegración, nos destruyen el tejido social y, de paso, otros nos desangran; ahora es un número de 72, pero a diario es la misma historia," lamentó Barahona.

El Salvador, es un país centroamericano de 5.7 millones de habitantes. De ellos, 3, 5 millones viven en el extranjero; la mayoría en Estados Unidos. También un buen porcentaje de estos se ha expuesto y han atravesado fronteras sin documentos.

"En su momento la guerra y la pobreza, y hoy en día la inseguridad y el desempleo, son los principales expulsores de gente," agregó Barahona.

De la masacre de Tamaulipas, no hay capturas."Cómo quedarnos callados frente a lo ignominioso, cómo aceptar esto que es abominable a Dios y a nuestras conciencias," preguntó el pastor Miguel Tomas Castro, de la Iglesia Bautista Emmanuel.

Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación