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Representante Del Vaticano Inaugura Semana Social
De La Iglesia Cubana Con Análisis Sobre Laicidad Del Estado

18 junio 2010
por José Aurelio Paz

LA HABANA, Cuba – "Se ha de observar que, aunque el término ‘laicidad' tanto en el pasado como en el presente se refiere ante todo a la realidad del Estado y asume no pocas veces un matiz o acepción en contraposición a la Iglesia y al cristianismo, no existiría si no fuera por el mismo cristianismo," afirmó el arzobispo Dominique Mamberti, secretario de las Relaciones de los Estados de la Santa Sede, durante la apertura de la X Semana social de la Iglesia cubana.

La laicidad del Estado: algunas consideraciones, fue el título de la ponencia que pronunciara el representante del Vaticano, en el aula magna del Colegio Universitario "San Gerónimo" de esta capital.

"En efecto, sin el Evangelio de Cristo no habría entrado en la historia de la humanidad la distinción fundamental entre lo que el hombre debe a Dios y aquello que debe al César; es decir, a la sociedad civil (cfr. Lc. 20, 25). Si pensamos en el contexto histórico en el cual tuvo lugar la Encarnación del Hijo de Dios, sea en lo que se refiere al imperio romano como a la misma comunidad de Israel, no se puede dejar de evidenciar cuanto era lejana de la mentalidad común de la época el nuevo planteamiento que Jesucristo hace del rol de la autoridad del Estado en relación a la conciencia del hombre, especialmente en lo que se refiere a su relación con el Trascendente," dijo.

"Por ello, se puede afirmar -como lo ha señalado el Papa Benedicto XVI-, que la laicidad, de por sí, no está en contradicción con la fe. Es más, diría que es un fruto de la fe, porque el cristianismo fue, desde sus comienzos, una religión universal y, por tanto, no identificable con un Estado; presente en todos los Estados y distinta de cada uno de ellos. Para los cristianos ha sido siempre claro que la religión y la fe no están en la esfera política sino en otra esfera de la realidad humana..."

En otra parte de su conferencia, Mamberti explicó que el término, derivado de la palabra "laico," nació como una indicación de la condición del simple fiel cristiano no perteneciente al clero ni al estado religioso, por lo cual "hoy también en la Iglesia nosotros reconocemos esta bipartición fundamental creada por el Sacramento del Orden entre los bautizados.

"El laico es, entonces, aquel "que no es clérigo"; aunque, obviamente, esto no agota el contenido de la vocación específica de esta categoría de bautizados. Ésta es la primera acepción, que resulta totalmente intra-eclesial, del término "laicidad."

Se refirió, además, a la relación que se instaura, desde la Edad Media, entre las autoridades de la Iglesia y los civiles, que revistió un gran significado de oposición entre los poderes civiles y las jerarquías eclesiásticas.

"Es a partir del Iluminismo, y luego de manera dramática durante la Revolución francesa, que el término ‘laicidad' llega a designar su contrario: una completa alteridad; es más, una oposición neta entre el ámbito de la vida civil y aquel religioso y eclesial. Como hacía ver Benedicto XVI, ‘en los tiempos modernos ha tenido el significado de exclusión de la religión y de sus símbolos de la vida pública mediante su confinamiento al ámbito privado y de la conciencia individual.' Y observaba: ‘Así, ha sucedido que al término ‘laicidad' se le ha atribuido una acepción ideológica opuesta a la que tenía en su origen" y plantea que, la evolución del término no ha superado ni anulado las etapas que designa: a) tanto la condición eclesial de los bautizados que no son clérigos ni religiosos; b) como la distinción entre la Autoridad eclesial y aquella civil y c) como el comportamiento que lleva a excluir la dimensión religiosa del conjunto de la vida social.

"Pero sobre todo comprendemos que, aunque la laicidad es invocada hoy y utilizada no raras veces para obstaculizar la vida y la actividad de la Iglesia, en su realidad profunda y positiva ella no se hubiera ni siquiera dado sin el cristianismo. Es lo que ha sucedido también con otros valores que hoy son considerados típicos de la modernidad y frecuentemente invocados para criticar a la Iglesia o, en general, a la religión, como el respeto de la dignidad de la persona, el derecho a la libertad, la igualdad, etcétera, que son en gran parte fruto de la profunda influencia del Evangelio en diversas culturas, aún cuando más tarde fueron separados y hasta contrapuestos a sus orígenes cristianos," comentó.

También preguntó, en sus palabras al plenario de los delegados a la X Semana Social de la Iglesia Cubana, qué cosa la laicidad requiere de los cristianos; habló de la legítima autonomía del Estado; del orden justo y purificación de la razón y la misión de los laicos, concluyendo que "hemos trazado, a grandes rasgos, las líneas generales de la visión cristiana del tema de la laicidad del Estado. Como antes les decía, en la vida de toda comunidad estatal estas líneas deben encontrar su correspondiente actuación en la historia, la cultura, la organización del país y, sobre todo, deben tener una concretización práctica concreta y cotidiana.

"No me queda, entonces, que confiarles estas fragmentarias consideraciones mías a la reflexión de esta Semana Social que entra en el vivo de sus trabajos y a la cual le deseo que llegue a ofrecer impulsos positivos sobre cuestiones tan importantes -como las que se tratarán- para el compromiso de la Iglesia en Cuba."

Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación

 

 


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Last Updated June 20, 2010