15 junio 2010 por Theodore Gill
"Convertir los escollos en peldaños en el camino" fue el famoso lema personal de John R. Mott (1865-1955), estadista cristiano galardonado con el premio Nobel de la Paz. Este metodista laico estadounidense fue el organizador clave de la Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo, Escocia, en 1910.
Imágenes de escollos y peldaños en el camino no eran difíciles de evocar mientras unos trescientos delegados de más de 60 países y casi todas las tradiciones cristianas volvían a sus hogares desde Edimburgo 2010 -una convocatoria celebrada del 2 al 6 de junio en la capital escocesa para conmemorar el centenario de Edimburgo 1910 y considerar maneras de dar testimonio de Cristo hoy.
"Edimburgo 2010 ha inaugurado una visión de trabajo común y más cooperación entre organizaciones misioneras e iglesias de distintas tradiciones," afirma Jacques Matthey, un teólogo suizo que por muchos años ha sido una de las principales figuras de la labor sobre misión y evangelización que realiza el Consejo Mundial de Iglesias.
"Si bien la misión cristiana en el siglo XXI se ha caracterizado por el conflicto, el proceso de Edimburgo 2010 promete dar lugar a una era de nuevas relaciones en la misión entre diversas tradiciones del cristianismo mundial," dice Matthey. "Hemos visto que es posible relacionarnos de manera diferente." Aunque solo sea por eso, la conferencia es "un paso importante hacia formas más amplias de unidad en la misión."
Por otro lado, Matthey reconoce que la conferencia Edimburgo 2010 no fue del todo representativa del cristianismo mundial. "Los jóvenes, el hemisferio sur y los grupos neocarismáticos o independientes, entre otros, no estaban suficientemente representados," afirma. Además, y lo como han señalado algunos participantes pentecostales, hubo demasiado lenguaje académico mientras las contribuciones del Sur en forma de relatos no fueron suficientes.
No obstante, Matthey considera que aun así "la participación enormemente amplia" que caracterizó a Edimburgo 2010 es una "fuente legítima de júbilo." El amplio espectro de iglesias, denominaciones y tradiciones misioneras unidas en torno al proyecto -que incluyó las tradiciones ortodoxa, anglicana, luterana, reformada, metodista, bautista, adventista del séptimo día, católica romana, evangélica, pentecostal e independiente- hizo que el evento fuera "el más representativo de la diversidad del cristianismo mundial en la actualidad."
Para Matthey, el Llamamiento común de la conferencia "tiene cierto contenido teológico significativo." Poniendo de relieve tan solo algunos elementos, Matthey subraya "la interpretación de la misión cristiana como la misión de Dios en el mundo; la idea de que la misión involucra a toda la vida, incluida la Creación de Dios; la importancia dada al papel del Espíritu Santo; el espacio de los jóvenes y los niños en la misión; y el valor de la cooperación y la hospitalidad mutua entre iglesias."
"Aceptación y reconocimiento mutuos"
El domingo 6 de junio, después de que terminara una celebración de clausura de tres horas en la Sala de la Asamblea de la Iglesia de Escocia, donde tuvo lugar la histórica reunión de 1910, cuatro participantes compartieron sus opiniones sobre los resultados de Edimburgo 2010 y diversas preguntas que habían quedado sin respuesta.
Rose Dowsett de Glasgow, Escocia, una de las personas que planificó el proceso de estudio de Edimburgo 2010, dijo que el acontecimiento le pareció "único e histórico" por el alcance de su inclusión y la medida en que los participantes habían "encontrado maneras de poder trabajar juntos" dando testimonio del Evangelio de Jesucristo. "Estamos de acuerdo en que la de Jesucristo es una buena noticia dirigida a todas las personas. Espero que podamos llevarnos esto con nosotros."
Dowsett, que es vicemoderadora de la comisión de misión de la Alianza Evangélica Mundial, observó que Edimburgo 2010 no creó un "comité de continuación" como fue el caso en 1910 porque "no hay intención de desarrollar una vida institucional a largo plazo en esta ocasión."
Sin embargo, hizo hincapié en que se seguirán recibiendo y examinando los comentarios individuales sobre los informes de la conferencia y las contribuciones de los grupos locales o regionales que surjan a raíz del proceso de estudio, en particular a través del debate en el sitio web de la conferencia.
José López Vázquez, un joven delegado latinoamericano, advirtió la indecisión de los participantes a la hora de plantear temas polémicos durante los cuatro días de debate. Mencionó que cuestiones como el género, la sexualidad y la justicia reparadora habían sido en gran medida evitadas. "Éste fue un muy buen intento de volver a unirse en torno a la misión," dijo, "pero en ocasiones la gente no se implicó realmente en serio. Tenían miedo."
López Vázquez también protestó contra el predominio del idioma inglés en la reunión y señaló que seguramente no se conseguirá un equilibrio en la representación de las regiones del mundo si no se pueden superar los problemas de traducción.
Los otros miembros del panel del domingo fueron el arzobispo anglicano de York, John Sentamu, y el arzobispo católico de Glasgow, Mario Conti.
El arzobispo Conti expresó sus esperanzas sobre el futuro de una misión cristiana llevada a cabo en espíritu de unidad. La manera en que los participantes habían "considerado juntos cómo dar testimonio de Cristo de manera eficaz hoy" le dio mucho aliento. Apoyó firmemente el Llamamiento común de la conferencia en cuanto declaración de principios.
El arzobispo Sentamu habló del desafío que supone para la misión cristiana el carácter humano imperfecto de los propios fieles. Aquellos que llegan a aceptar plenamente a personas diferentes de ellos mismos a menudo pierden la posición que ocupan en sus comunidades. Observó, además, que "el redescubrimiento de nuestra común humanidad es algo que no respetamos fácilmente."
Para Sentamu, el establecimiento de la unidad entre los seres humanos, incluidos los miembros de diferentes tradiciones eclesiásticas, nunca es cuestión de "un arreglo barato o sin coste alguno." No hay duda de que las complejidades del diálogo ecuménico continuarán ocupando a los teólogos, pero conducirán en última instancia a "una reunión en la verdad del Evangelio," dijo el arzobispo repitiendo palabras textuales del difunto papa Juan Pablo II. Añadió que mientras tanto "tenemos que ser capaces de orar unos por otros."
"El final y el principio"
El fomento de la hospitalidad afectuosa hacia otros y la humildad en la proyección misionera cristiana resonaron en la celebración de clausura de Edimburgo 2010, a la que acudieron más de mil fieles reunidos en el mismo espacio donde tuvo lugar la innovadora Conferencia Misionera Mundial de 1910: la Sala de la Asamblea de la Iglesia de Escocia, situada en la colina (The Mound) cerca del Castillo de Edimburgo y la Catedral de Saint Giles.
El arzobispo Sentamu predicó el sermón. "La actividad humana solo engendra actividad humana. La palabra profética y el espíritu nos hacen vivir," dijo. Su voz se hacía eco de una pasión evangelizadora que recordaba a los predicadores del pasado que hablaron en el mismo lugar.
John R. Mott, quien fue elegido presidente del comité de continuación creado por la conferencia de 1910, comenzó su discurso final en aquella reunión con las célebres palabras: "El final de la conferencia es el principio de la conquista. El final del planeamiento es el comienzo de la acción." Sin embargo, los obstáculos en lo que se refiere a la misión y la unidad cristiana no le fueron ajenos.
Mott vio cómo los planes para el Consejo Misionero Internacional se retrasaban trágicamente en la década que siguió a Edimburgo 1910 por el caos de la gran guerra de 1914-18. Una generación más tarde, la devastación de la Segunda Guerra Mundial paralizó de modo similar la formación del Consejo Mundial de Iglesias.
Y, no obstante, se podía confiar en que Mott suplicaría a sus colegas que encontraran maneras de convertir "los escollos en peldaños del camino." Este también es seguramente el mensaje de Mott para los cristianos del siglo XXI.
Más información: http://www.oikoumene.org/index.php?id=2267&rid=f_13684&mid=2327&aC=63bab3c8&jumpurl=3.
Sitio web de la conferencia: http://www.oikoumene.org/index.php?id=2267&rid=f_13684&mid=2327&aC=63bab3c8&jumpurl=2.
Consejo Mundial de Iglesias Theodore Gill es editor sénior de Publicaciones del CMI en Ginebra y pastor ordenado de la Iglesia Presbiteriana (Estados Unidos de América).
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