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En Estado De Alerta Por Paso De La Tormenta Agatha Y Erupción Del Pacaya

1 junio 2010
por Mayra Rodríguez

CIUDAD DE GUATEMALA – No terminaba la angustia de los guatemaltecos por la erupción del volcán Pacaya, el pasado jueves 27 de mayo, el cual hizo caer una lluvia de piedras y arena en los tres departamentos más cercanos al coloso, cuando la tormenta Agatha llegó y, a su paso, dejó 92 personas muertas, 54 desaparecidas y 34 mil evacuadas y ubicadas en 97 albergues, última cifra preliminar de ayer.

El Pacaya, ubicado a 47 kilómetros al sur de esta capital, es uno de los 288 volcanes activos del país. Luego de permanecer "dormido" por más de un siglo, se activó violentamente en 1965 y, desde esa fecha no se ha detenido, teniendo por lo menos unas seis erupciones plenas en las que arroja lava, gases y cenizas, pero esta del 2010 ha encontrado desfogarse en la formación de dos nuevos cráteres más, con altibajos en su actividad eruptiva.

Su erupción cobró la vida del periodista Aníbal Archiva, reportero de televisión que, mientras realizaba un reportaje sobre la actividad volcánica, fue alcanzado por una roca que le ocasionó quemaduras y múltiples fracturas en la cabeza. Se contabilizan, por lo menos, unas 60 personas heridas, 3 desaparecidas y 9 comunidades devastadas, en tanto los albergues no daban a vasto para las necesidades de, al menos, 2,500 evacuados que enfrentaban dificultades para conseguir alimentos y cobijas.

La arena y ceniza volcánicas que cayeron por alrededor de 24 horas, obligó a desviar el tráfico aéreo al aeropuerto Internacional Toncontin en El Salvador, pues las actividades en el Internacional La Aurora fueron suspendidas, en primera instancia, hasta el miércoles 2 de junio, ya que en cálculos de Aeronáutica Civil tardarían como mínimo tres días para limpiar las más o menos mil camionadas de arena negra que cubrió la autopista aérea.

Esta situación ha dificultado el traslado de ayuda humanitaria a los más de 112mil evacuados que, tras el paso de la tormenta Agatha, lo perdieron todo al ser anegadas sus viviendas, pues las lluvias provocaron deslaves, derrumbes e inundaciones, y que se encuentran incomunicados por el colapso de puentes y tramos carreteros en varios municipios de, por lo menos, 14 de los 22 departamentos del país.

El caos y la devastación en el territorio nacional son evidentes. Las familias que lo perdieron todo, incluso a sus seres queridos, se hayan con dificultades para la sepultura de los mismos. El agua potable y la energía eléctrica son irregulares y faltan en muchas de las comunidades afectadas que, también, carecen de alimentos y en el caso de quienes han logrado llegar a los albergues las condiciones tampoco son muy alentadoras. El gobierno guatemalteco ha decretado estado de calamidad y no logra atender las múltiples necesidades en las diferentes áreas.

Según expertos del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), Agatha superó en un solo día los niveles de lluvia de la Tormenta Stan en el 2005, y a ello se debe que ríos como el Motagua alcanzaron hasta 15 metros de profundidad, frente a los dos metros que sube éste en épocas de un invierno normal.

Tanto el gobierno como la iniciativa privada y la Iglesia están solicitando la colaboración de todos las ciudadanas y los ciudadanos menos afectados llevando granos básicos, sopas instantáneas, agua embotellada, frazadas y pañales a las zonas críticas. En el caso de las universidades y de las instituciones públicas, las autoridades les están solicitando formar parte del voluntariado, no solo para apoyar en centros de acopio y la distribución de ayuda, sino también para remover escombros.

El país se encuentra en estado de alerta. Los medios de comunicación televisivos y radiales se mantienen en cobertura constante. La fase de emergencia se ha extendido hasta el martes primero de junio. Las clases en los centros educativos están suspendidas hasta el siete. La Acción Conjunta de las Iglesias ACT-Alianza ha activado su plan institucional de respuesta a emergencias y permanece en constante monitoreo.

El recuento de los daños aumenta en la medida que pasan las horas. La madre naturaleza parece no ceder. A esta hora se registran retumbos y olor a azufre en los alrededores del Volcán de Pacaya que sigue humeante y, aunque en algunos lugares ha dejado de llover, la humedad prevaleciente pone en riesgo a miles de habitantes que temen que puedan darse otros deslaves, inundaciones, derrumbes o el colapso de otros puentes y tramos carreteros.

Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación

 

 


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Last Updated June 5, 2010