12 abril 2010
RÍO DE JANEIRO, Bolivia – El Ejército de Salvación destinó un equipo de 12 personas de San Pablo a Río de Janeiro, con el propósito de auxiliar a colegas de Emergencia local que están trabajando en el apoyo de familias que fueron castigadas, la semana pasada, por una de las mayores tragedias vivida por la ciudad maravillosa y alrededores: lluvias, inundaciones, deslizamientos de tierra.
Del lunes a martes, en menos de 24 horas fueron registrados 288 milímetros de precipitaciones en la capital fluminense, el equivalente a la media mensual de abril, volumen que daría para llenar 300 mil piscinas olímpicas de agua. La lluvia que cayó durante la semana dejó un rastro de 229 muertes, dato computado hasta el final de la tarde de ayer.
La mayor tragedia aconteció en la ciudad de Niterói (a 14 km de Río), en el deslizamiento del Morro do Bumba, enterrando casas y matando por lo menos a 39 personas. Según el Cuerpo de Bomberos de Niterói, el trabajo de remoción en el local debe durar más de 15 días, pues será preciso retirar un millón de tonelada de basura. La prefectura estima que 200 a 300 personas moraban en las 50 casas que fueron enterradas por el barro.
Iglesias evangélicas localizadas en las áreas afectadas- ciudades de San Gonzalo, Niterói y Río de Janeiro, en los barrios Río Largo y el morro del Divino- acogen personas que perdieron todo en la inundación. La Asamblea de Dios del barrio de Fonseca, en Niterói, se convirtió en sitio de abrigo de las víctimas de la tragedia. Lo mismo pasa en la congregación de la Asamblea del Jardín Vistoso.
La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (Adra) solicitó a los pastores de la región que, en los cultos, intercedan por las víctimas de la catástrofe. La organización comenzó a recoger ropas, calzados, cobertores, colchones, fogones, heladeras para los que perdieron sus casas.
Integrantes de la Fuerza Joven Brasil, organización ligada a la Iglesia Universal del Reino de Dios, pasaron por los puntos más afectados en Río de Janeiro y levantaron a los principales necesidades de los desabrigados.
El escenario es de terror y abatimiento en el Morro del Bumba, describen los pastores Antônio Mesquita, de la Asamblea de Dios de Fonseca, Niterói, y Ezequiel Braça, del Proyecto Crecer.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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