12 marzo 2010
MÉXICO – Desde finales del siglo anterior, en que las migraciones internacionales se incrementan en forma significativa surge un creciente interés por el tema de las remesas familiares que los migrantes envían a sus comunidades de origen y por los diversos proyectos sociales y productivos que las organizaciones de migrantes desde el exterior promueven en beneficio de sus familiares y esas comunidades.
Rodolfo García Zamora- Universidad Autónoma de Zacatecas
Quizá el caso paradigmático de las organizaciones de migrantes que desde el exterior promueven proyectos sociales desde hace cuatro décadas en beneficio de sus comunidades de origen es el mexicano, que se explica por una larga tradición migratoria de más de cien años a los Estados Unidos, que posibilita que desde los años sesenta del siglo anterior en California, Illinois y Texas, los primeros clubes de migrantes mexicanos comiencen a financiar diversos proyectos sociales de infraestructura básica en beneficio de sus comunidades de origen sólo con sus donaciones colectivas. Etapa que ellos mismos denominaron la etapa del "Cero por Uno": sus donaciones colectivas como única fuente de financiamiento. Posteriormente, de manera no institucional se dieron diversas experiencias de reunir fondos con algunos ayuntamientos para continuar financiando ese tipo de obras, etapa denominada de "Uno por Uno": un dólar de los migrantes por un dólar de los ayuntamientos.
Es en 1992, cuando en la provincia de Zacatecas se inicia institucionalmente el programa 2x1 de remesas colectivas, mediante el cual el gobierno federal y el gobierno provincial aportaban un dólar por cada dólar de los clubes de migrantes para la construcción de esas obras de infraestructura básica. En 1999, el programa crece a "Tres por Uno" cuando los ayuntamientos se integran con un dólar adicional. Ante el éxito de esta experiencia, el gobierno mexicano decide en el 2002 convertirlo en programa nacional "Tres por Uno Iniciativa Ciudadana" (posteriormente, cambia su nombre a "Tres por Uno para Migrantes." Contando con el apoyo de más de 700 clubes de migrantes en la Unión Americana, del 2003 al 2008 se han financiado más de 8 000 obras de infraestructura básica en las comunidades de origen de los migrantes mexicanos.
En los últimos cinco años, muchos de estos clubes luego de colaborar en proporcionar toda la infraestructura básica de servicios a sus comunidades han intentando pasar a los microproyectos productivos para fortalecer el tejido productivo y social generando empleos permanentes y mayores ingresos en la población. Sin embargo, sus resultados han sido muy limitados por la crisis económica estructural del país, la larga crisis del sector agropecuario desde los años sesenta de siglo anterior, el desmantelamiento de las instituciones estatales promotoras del desarrollo económico nacional, los impactos del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá sobre la economía nacional y una enorme debilidad económica, técnica y organizativa en las comunidades de origen y los clubes migrantes.
Pese a las limitaciones anteriores, los migrantes mexicanos han aportado al país en los últimos tres años más de 20 mil millones de dólares de remesas familiares, 3 mil de ellos dedicados a salud y educación, equivalente al presupuesto del programa Oportunidades, que es el programa social más grande en México que atiende a 5 millones de familias y 25 millones de personas. Sin embargo, pese a este monumental esfuerzo de filantropía transnacional, los migrantes, las remesas y sus proyectos no pueden revertir el devastador impacto del neoliberalismo implantado en México desde 1982, que ha generado 50 millones de pobres y que en los últimos siete años ha expulsado del país a más de 450 mil mexicanos cada año.
La experiencia mexicana muestra que si se pretende que la migración internacional, los migrantes, las remesas y sus proyectos productivos ayuden al desarrollo económico nacional, se requieren, entre otras condiciones, las siguientes:
1.- Que existan verdaderas políticas públicas de desarrollo económico nacional, regional y local.
2.- Un cambio en los tres niveles de gobierno hacia el fortalecimiento de esas políticas públicas. 3.- Un programa de organización y capacitación transnacional en las comunidades de origen y destino.
En los últimos años, desde el 11 de septiembre del 2001, en que los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos se han visto sujetos a todo tipo de persecuciones, negación de los servicios básicos de salud y educación, la comunidad mexicana con 12 millones de migrantes (la mitad irregular) se enfrenta a ese ambiente adverso y a los impactos negativos de la recesión económica en ese país. Esta situación está motivando una profunda reflexión en los clubes mexicanos respecto a la conveniencia de continuar privilegiando sus proyectos sociales y productivos en México o reorientar sus actividades hacia un fortalecimiento de su presencia económica, social y política en la sociedad norteamericana como la única forma de enfrentar seriamente la estrategia xenofóbica en ese país y ver si en México se aplican verdaderas políticas de desarrollo económico nacional que justifiquen el apoyo de los clubes migrantes sin sacrificar su presente y su futuro en Estados Unidos.
Actualmente en que diversas organizaciones de migrantes en el mundo de Senegal, Marruecos, Rumanía, Camerún, Filipinas, Ecuador, Bolivia, etc. buscan desarrollar proyectos sociales y productivos en sus comunidades de origen, bien vale la pena analicen la experiencia de las organizaciones migrantes mexicanas con sus aportes, limitaciones y desafíos para definir sus propias estratégicas de fortalecimiento y desarrollo comunitario transnacional en el contexto de la globalización en curso.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación FUENTE: Espacio Insular, http://www.estudiosdeldesarrollo.net/.
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