Published by the Queens Federation of Churches
Haití, Una Semana Después

19 enero 2010
por Onell Soto

MIAMI – Hoy martes se cumple una semana del terrible terremoto que devastó la capital de Haití y afectó otras partes del país. El optimismo que se vivió hace un par de días, parece decaer por la imposibilidad de hacer llegar agua, comestibles y acción médica a los que más lo necesitan. El aeropuerto está congestionado con los aviones que llegan de varias partes del mundo y las vías de acceso a otras áreas de la ciudad están bloqueadas por el número de cadáveres y la falta de equipos pesados para remover escombros.

Algunos teléfonos han sido instalados y así algunos han sabido, por ejemplo, de la visita del presidente de la República Dominicana, el secretario general de las Naciones Unidas y la secretaria de Estado Hillary Clinton y el ex¬-presidente Bill Clinton. Todos han quedado estupefactos del horror que han visto, según informaron a la prensa internacional. "Nunca había visto algo como esto," dijo Bill Clinton con voz entrecortada. Añadió que "quizás esta tragedia sea el comienzo de un nueva vida para un pueblo inteligente, artístico y trabajador que merece mejor suerte."

El poco optimismo que se sintió ayer fue opacado por el anuncio de las autoridades haitianas de que el número de muertos pudiera pasar de los 200,000 y el número de desamparados de 1.5 millones. Se cree que hay 300,000 niños huérfanos. Unas 80 personas han sido rescatadas de los escombros. Las autoridades médicas han dicho que en menos de 48 horas pudiera desatarse una epidemia general por la ausencia de higiene, la falta de alimentación y medicamentos y la descomposición de los cadáveres. En algunos lugares ya se están sepultando éstos en fosas comunes, algo que va contra la tradición y costumbres haitianas.

La situación de Haití es tal que algunos expertos han sugerido cuidadosamente que el país pudiera desaparecer como tal o convertirse en un protectorado de un país desarrollado. Estos sociólogos estiman que la tarea presente y futura llevaría años y recursos difíciles de conseguir. A la pregunta de por qué no se ven muchas personas llorando, se ha contestado que la capacidad de sufrimiento del pueblo haitiano a través de los años es increíble. Otros dijeron que muchos están en estado de shock.

El otro problema que afecta las labores de rescate es la desorganización general y la violencia generada por la falta de alimentos y medicinas. No faltan, desafortunadamente, los que se dedican al pillaje y la extorsión. Se espera que las fuerzas militares de Estados Unidos que patrullan las calles puedan poner coto a esa situación. Un corresponsal de prensa dice: "los saqueadores se enfrentan unos con otros y atacan a la población a plena luz del día en medio de los escombros."

Pero, no todo es tragedia. Los actos de heroísmo y valor de muchos hacen revivir la confianza en el ser humano. Ver cómo muchos se han aventurado entre los escombros para rescatar heridos, es algo que mueve el corazón y reconforta el alma. Por otra parte, ver la generosidad de los que envían ayuda del exterior y los que localmente comparten lo poco que tienen, es motivo de reflexión y acción.

El obispo episcopal, Jean Zaché Duracín, dijo cuando recibió una invitación para salir del país, "de aquí no me muevo." Añadió que si es necesario morir con su pueblo, así lo hará. "Estoy confiado de que las iglesias y las demás instituciones se levantarán de nuevo para honra y gloria de Dios."

Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación

 

 


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Last Updated January 23, 2010