16 enero 2010 por Onell Soto
MIAMI – La tragedia de Haití continúa. Los expertos han dicho que éste es el terremoto más grande que se recuerda. Hasta hoy sólo se han podido rescatar a una fracción de los que se encuentran atrapados bajo las ruinas. Por otra parte, la situación se empeora por la dificultad para hacer llegar los alimentos y los auxilios médicos a los heridos y a los que lo han perdido todo.
El aeropuerto de Puerto Príncipe está colapsado por el número de aeronaves que han llegado de muchas partes del mundo. Lo mismo puede decirse del puerto marítimo. La Cruz Roja ha dicho que su principal problema es cómo llevar los auxilios a los más necesitados. Esto naturalmente está causando dolor y frustración en la población y se temen brotes de violencia. Los cadáveres se encuentran por todas partes y ya se están descomponiendo produciendo olores insoportables y la posibilidad de epidemias. Un corresponsal de presa dijo, "imagínense lo que es vivir con esta tragedia sin electricidad, ni combustible, ni teléfono, ni calles, ni alimentos y ni agua, ni gobierno."
La comunidad cristiana lamenta la muerte de Serge Miot, 53, arzobispo católico romano de Puerto Príncipe y un número indeterminado de sacerdotes y seminaristas. El obispo episcopal, Zaché Duracín, dijo que su catedral se convirtió en escombros así como su casa, el colegio Saint Pierre, el convento de las Monjas de Santa Margarita, la iglesia, rectoría y escuela en Grand Colline, igual suerte corrieron las instalaciones de la Iglesia St. Etiene Buteau. En medio de la tragedia se ha visto un gran espíritu de solidaridad humana. Los pueblos de Estados Unidos, América Latina y Europa han ayudado con generosidad y están socorriendo a los damnificados con dedicación y amor.
Las agencias seculares y cristianas han dicho presente en esta hora difícil. En Miami se está hablando de la posibilidad de traer miles de niños huérfanos a Estados Unidos. Agencias como Episcopal Charities, Episcopal Relief and Development, Visión Mundial y Catholic Relief Services y otras agencias ecuménicas están haciendo un gran esfuerzo. Las contribuciones personales pueden hacer a través de las iglesias locales.
Por supuesto que no faltan los grupos de oración y los oficios litúrgicos que dan consuelo y fuerza a la comunidad cristiana, además de las oraciones privadas de todo el pueblo fiel. ¡Por la gracia de Dios, Haití se levantará de sus cenizas!
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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