5 enero 2010
Pasada la agitación de las conversaciones de Copenhague sobre el cambio climático, ha llegado el momento del balance. Desde la perspectiva del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), el resultado de las negociaciones desgraciadamente no se ajusta a las expectativas.
"Con falta de transparencia, el acuerdo alcanzado por algunos países al término de la cumbre de Copenhague fue negociado sin consenso y más bien en secreto entre las naciones poderosas del mundo," dijo Guillermo Kerber, encargado del Programa del CMI sobre el Cambio Climático. Así, agregó, el acuerdo "ha resultado ser un duro golpe contra el multilateralismo y los principios democráticos en el sistema de las Naciones Unidas."
El acuerdo, que se denomina Acuerdo de Copenhague, se negoció entre cinco países: los Estados Unidos de América, China, India, Sudáfrica y Brasil. Mantiene que es importante la idea científica de que el aumento de la temperatura debe ser inferior a 2 grados centígrados, pero no consiguió que se contrajeran compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a fin de mantener bajo control el aumento de la temperatura.
Aunque, según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se ha formulado el acuerdo como un "comienzo esencial," muchos grupos no gubernamentales dicen que contribuye poco a poner fin a los daños que causa el cambio climático, especialmente a los más pobres.
Los miembros de la delegación del CMI que asistió a la 15º Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15) en Copenhague criticaron unánimemente el acuerdo y reconocieron que, una vez más, las personas más pobres serán las más perjudicadas por un tratado injusto, señaló Kerber.
Es urgente que se reanuden las negociaciones entre todos los países con el fin de establecer objetivos claros de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2), que en los países industrializados deben alcanzar un 40% para 2020.
También es necesario asignar un fondo anual de 150 mil millones de dólares estadounidenses para la adaptación en los países en desarrollo más vulnerables, tal como pidió el arzobispo Desmond Tutu durante la entrega de las firmas de la Cuenta Atrás a Copenhague en favor de la justicia climática.
"Aunque no es la primera vez que no se llega a un acuerdo en una COP," recordó Elías Abramides, jefe de la delegación del CMI, "esta vez ha sido peor debido a la falta de transparencia y a las negociaciones en la sombra realizadas por algunos países sin la participación de todos."
"Copenhague ha sido una oportunidad perdida por los países industrializados para liderar con el ejemplo," dijo Jesse Mugambi, de Kenya, miembro del Grupo de Trabajo del CMI sobre cambio climático.
"Aunque países como China e India llegaron con medidas concretas que habían adoptado voluntariamente para reducir las emisiones de CO2, no se han comprometido a hacerlo porque no son miembros de los países del Anexo 1 del Protocolo de Kyoto. La mayoría de los países industrializados no buscaron el compromiso necesario para liderar a todo el mundo de forma eficaz en la solución de los problemas del cambio climático," agregó Mugambi.
"La lucha continúa," dijo Kerber. "Es preciso que nos basemos en una gran movilización de las iglesias y de la sociedad civil durante el próximo año, con oraciones, toques de campana y actividades de sensibilización, para que se llegue a concertar el acuerdo justo, ambicioso y vinculante que no se logró en Copenhague debido a la mala disposición de la mayoría de los países industrializados."
"La delegación ecuménica y la sociedad civil en su conjunto se sintieron traicionadas por este resultado, pero seguirán trabajando para lograr el acuerdo necesario entre todos los países," concluyó.
Labor del CMI en relación con el cambio climático: http://www.oikoumene.org/?id=7035&L=4.
Consejo Mundial de Iglesias
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