17 septiembre 2009 por Carlos Mondragón
CIUDAD DE MÉXICO, – Como cada año, los mexicanos celebraron el inicio de las luchas por la independencia de 1810, con una ceremonia a las 11:00 de la noche, del pasado día 15, en la cual su presidente, Felipe Calderón, imitó el grito dado por un sacerdote católico, hace 199 años, y recordó a los héroes nacionales que promovieron ese movimiento.
Dicho movimiento fue iniciado por el sacerdote católico Miguel Hidalgo y Costilla, en el pueblo de San Miguel Allende, en Guanajuato, portando como bandera una imagen de la virgen de Guadalupe.
Como miembro de un grupo opositor al gobierno colonial, cuya conspiración había sido descubierta, el padre católico despertó a la población, la noche del 15 de septiembre de ese año, tocando la campana de su templo donde hizo un llamado al levantamiento armado para luchar por la independencia. Dicha campana es la que tocan, hasta el día de hoy, los presidentes mexicanos, cada año, desde un balcón del Palacio Nacional para festejar lo que en las escuelas se enseña como "Grito de independencia."
Pocos saben que uno de los cargos por los que el padre Hidalgo fue procesado, condenado y excomulgado por la Inquisición era el de haber adoptado la doctrina de Lutero negando la transustanciación, como lo señaló hace unos días el periodista evangélico Carlos Martínez García, en un artículo publicado en el periódico La Jornada. Dicho cargo, usado por la Inquisición, no ha sido confirmado históricamente.
En este artículo, el sociólogo menonita reproduce también un párrafo de la pena de excomunión que le fue leída a Hidalgo al final de su proceso y que a la letra dice:
"Lo excomulgamos, lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios omnipotente para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Datán y Avirán... Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga, y el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen. ¡Así sea! Amén," concluye la condena inquisitorial.
Miguel Hidalgo y Costilla fue entregado, posteriormente, al poder secular que lo fusiló a las 7:00 de la mañana del 30 de julio de 1811. Después de su ejecución, su cuerpo fue exhibido en la plaza pública como un escarmiento a los enemigos del imperio.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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