5 junio 2009
BUENOS AIRES, Argentina – Pablo Dreyfus tenía 38 años y viajaba en el avión de Air France desaparecido en situaciones aún no esclarecidas el pasado fin de semana. Iba junto a sui esposa, Ana Carolina Rodrigues, a pasar una semana de vacaciones en París. Dreyfus era muy conocido en el ambito académico, pero más fuera de Argentina, su país. Muchas personas le conocimos y continuamos impactados aún por la súbita pérdida, pero no podemos dejar de decir el impacto que la vida de Pablo hacía todos los días a través de su compromiso, ética y verdad.
ALC pidió al pastor Juan Abelardo Schvindt, de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, quien conocía a Dreyfus, escribiera unas líneas que pudieran servir de recuerdo y homenaje.
"Conocí a Pablo en un encuentro/seminario organizado por el Consejo Mundial de Iglesias en Río de Janeiro. Hace de eso algo así como unos 9 años. Comenzaba la "Década para Superar la Violencia" y, uno de los desafíos más grandes en América Latina, lo constituía (y constituye) la proliferación de armas de diverso calibre diseminada en y entre la población civil. Brasil y, particularmente Río de Janeiro eran un escenario perfecto para reflexionar como iglesias preocupadas con la cuestión de la violencia y sus manifestaciones sociales, políticas y culturales.
La organización anfitriona fue "Viva Río," una ONG abocada a luchar contra la violencia en todas sus manifestaciones. Su trabajo en las "favelas" de la ciudad son una muestra de un esfuerzo titánico por comprender, por una parte los verdaderos orígenes de la violencia social y estructural que los latinoamericanos padecemos y, por otro, ayudar a encontrar soluciones frente al flagelo. Pablo era un convencido de la naturaleza del problema y un brillante pensador de soluciones. Sus investigaciones en relación con la implementación del "Instrumento Internacional de Marcaje y Rastreo," que procuraba alcanzar un control del stock de armas y en manos de quien estaban como asimismo en la necesidad de hacerlo en el marco de un Estado de Derecho indican la complejidad del problema con el que estaba ocupado.
Luego intercambiamos algunos correos sobre las iglesias en la Argentina y su rol en la construcción de redes de protección ciudadana frente a la proliferación de la violencia en un contexto de una anomia social que a todos nos involucra y compromete y, por lo mismo, compete.
En el marco de la V Asamblea General del Consejo Latinoamericano de Iglesias, celebrada en Buenos Aires en febrero de 2007, cerramos la década para superar la violencia que comenzáramos a trabajar como un desafío ético y pastoral en Río de Janeiro hace tantos años atrás, aunque con la consciencia de que la misma no sólo se continúa, sino que además se ha expandido y arraigado en el cuerpo social de nuestros pueblos.
El tema que nos encontró con Pablo siguió presente y la realidad daba suficiente cuenta de ello y, si bien dejamos de comunicarnos por un tiempo, hace pocas semanas y días antes del vuelo Río – París desaparecido en el Océano Atlántico, me enteré de su participación en una Consulta Ecuménica celebrada en Colombia. El CLAI estuvo representado allí y Pablo aportó, desde su perspectiva de pensador y crítico de la realidad, al debate que debería ocuparnos cada vez más, a saber, el de la relación entre la violencia y el narcotráfico. Nuevamente desafiándonos a encontrar nuestro lugar como iglesias en el contexto de la sociedad latinoamericana. Con sus luces y sombras, el siempre vio en la iglesia latinoamericana un espacio constructor de la realidad social y a la que aporta, desde su propia visión y valores, calidad a nuestros frágiles cuando no caprichosamente inexistentes "Estados de Derecho."
Era un especialista en el tema del armamentismo, aportando siempre claridad desde la realidad de las Organizaciones Sociales y No Gubernamentales."
Gloria Ulloa, desde el Presbiterio de la Costa Norte de Colombia, escribe: "seguimos acompañando en oración solidaria a las familias que lloran a sus seres queridos perdidos físicamente en este inesperado suceso. Personalmente agradezco a Dios que a través del Gothenburg Process nos trajo a Pablo a Bogotá, su fuerza, su convicción, su espíritu de lucha por la vida expresado en 15 mínutos dijo todo lo que él era como persona."
Felipe Adolf, Vicepresidente del CLAI, expresa sobre la partida de Dreyfus: "La noticia del avión extraviado de Air France es un acontecimiento muy doloroso por la pérdida de tantas vidas, pero la gran sorpresa es que en él iba nuestro amigo Pablo Dreyfus, con quien apenas hace unos días compartimos en el encuentro de Bogotá. Pablo fue uno de las personas muy queridas en el encuentro, no solo por su enorme capacidad y conocimiento del tema sobre transferencias de armas, sino también por su personalidad afable. Les dejo una frase que anoté de su exposición: " Las iglesias deben fomentar la creación de un estado de derecho."
Sentiremos su ausencia. No cabe duda de ello. Ya la estamos sintiendo.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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