26 marzo 2009
BUENOS AIRES – Parte del mundo que contempla con escándalo e impotencia el conflicto en Medio Oriente, que se cobra la vida de civiles- mujeres, niñas, niños, ancianos, ancianas- cada día, no pudo más que horrorizarse ante la difusión de una camiseta de moda entre los soldados israelíes. En la espalda, la prenda dice: "Un tiro, dos muertos." En la imagen se puede observar el dibujo de una mujer palestina embarazada.
Esta noticia circula mientras Israel enfrenta por estos días un severo cuestionamiento a la conducta mostrada en su ofensiva de 22 días en Gaza, al darse a conocer testimonios de sus propios soldados según los cuales se les permitió, y en algunos casos incluso se les ordenó, disparar a palestinos civiles desarmados. Durante los ataques de enero murieron mil 300 palestinos, por lo menos la mitad de ellos civiles, según grupos palestinos de defensa de los derechos humanos.
Donald Macintyre, de The Independent, afirma que los testimonios -primeros de ese tipo que surgen de las propias fuerzas armadas- se apartan marcadamente de las afirmaciones oficiales de que los militares se esforzaron al máximo por evitar bajas civiles, y tienden a corroborar acusaciones palestinas de que los soldados abrieron fuego en forma indiscriminada y desproporcionada en zonas civiles durante la operación.
"En uno de los testimonios que arrojan una dura y nueva luz sobre lo que según los soldados eran las reglas permisivas de la Operación Plomo Endurecido, un militar describe la forma en que un oficial ordenó disparar contra una anciana a 100 metros de una casa que ocupaban las tropas," dice el periodista que tuvo acceso a las declaraciones.
El líder de un escuadrón narró: Al principio la directiva era entrar en una casa con un vehículo blindado, echar abajo la puerta y abrir fuego contra cualquier persona que avistáramos. Yo lo llamo asesinato. En un principio me preguntaba qué sentido podía tener aquello. Los superiores dicen que era permisible porque todos los que quedaban en la ciudad eran culpables, puesto que no escaparon.
El diario Haaretz señaló que tras ventilarse esos sucios secretos se volverá más difícil para los israelíes minimizar las acusaciones de la propaganda palestina. El director del curso, Danny Zamir, declaró al periódico que se sintió estremecido por los testimonios, presentados el 13 de febrero, y que a raíz de ello dijo al jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, Gabi Ashkenazi, que temía una grave pérdida de moral de los militares.
Ehud Barak, ministro israelí de Defensa, expresó: Les digo que desde el jefe del estado mayor hasta el último soldado, el ejército más moral del mundo está listo a recibir órdenes del gobierno de Israel. No tengo duda de que todos los incidentes serán examinados uno por uno.
El Ejército de Israel repudió oficialmente la existencia de las camisetas, señalando que no fueron fabricadas ni aprobadas por las Fuerzas Armadas.
Las prendas "no representan los valores del Ejército de defensa de Israel y son simplemente de mal gusto," afirmó la Institución en un comunicado. Las Fuerzas Armadas dijeron que no tolerarán ese tipo de conducta y que tomará medidas disciplinarias contra los soldados involucrados en su fabricación o distribución.
Haaretz mostró las fotografías de cinco camisetas y dijo que habían sido hechas entre una unidad, esto es, para algunas decenas de soldados. Las camisetas fueron usadas por soldados en diferentes unidades, aunque se desconoce el número exacto. Adiv, la fábrica de Tel Aviv que hizo las camisetas, se negó a formular declaraciones.
Sin embargo, organizaciones israelíes de derechos humanos, entre ellas B'Tselem y la Asociación pro Derechos Civiles de Israel, exigieron una investigación independiente y se quejaron de que sólo se anunció la pesquisa militar después que Haaretz publicó la nota, es decir, tres semanas después de que los asuntos principales fueron conocidos por el jefe del estado mayor. Este retraso sigue la pauta de otras sospechas de crímenes graves que no han sido investigadas.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación Fuente: AP, Haaretz
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