9 octubre 2008 Por Manuel Quintero
Zubeida JafferEn su sesión inaugural este lunes 6 de octubre, el congreso de la WACC honró a una nube de testigos, "personas cuyas palabras, acciones y creatividad llamaron la atención mundial sobre los efectos del apartheid." Una de las personas honradas fue Zubeida Jaffer.
La elección profesional de Zubeida no fue muy del agrado de su familia. Ser periodista no era la carrera idónea para una joven mujer musulmana en Ciudad del Cabo en la década de 1970. Así que Zubeida Jaffer fue una pionera cuando inició sus labores como corresponsal de Tiempos del Cabo (Cape Times) en 1980.
Pero su notoriedad llegaría unos años después, cuando su compromiso ético con la verdad la llevó a investigar y denunciar los asesinatos cometidos por la policía sudafricana a mediados de los años 80. La respuesta del régimen no demoró: Zubeida fue detenida bajo la acusación de colaborar con el Congreso Nacional Africano.
Qué motivó a esta joven musulmana a denunciar y oponerse al régimen$ del apartheid? "En mi hogar, fui educada en la convicción de que en el Islam no hay lugar para la opresión. También me enseñaron que el propósito de Dios es que todos seamos unos, una comunidad. Y el régimen del apartheid era la antítesis, algo que se oponía completamente a esa noción de comunidad, separando a las personas."
Fue encarcelada en dos ocasiones, y torturada para obligarla a confesar que el Congreso Nacional Africano le había encargado escribir informes para denigrar la imagen del estado sudafricano. A esos torturadores Zubeida no les guarda rencor, aunque prefiere no encontrarlos.
"Estoy bien ahora, pero fue un largo proceso, estuve muy enferma… Lo que más me ofende es escuchar a los líderes de la comunidad blanca que todavía pretenden que esas cosas no ocurrieron realmente, que el apartheid no era tan malo; eso es verdaderamente ofensivo. Pero no quiero quedarme atrapada en esas memorias, prefiero dedicar mis energías a los desafíos de la hora."
De dónde sacó fuerzas para resistir el confinamiento y las torturas? "Cuando estuve encarcelada no permitieron que accediera a libros," recuerda. "Excepto el Corán. Lo leí de punta a cabo y fue una fuente de inspiración y fortaleza."
También cantó, liberando las fuerzas de su espíritu. "No se nos permitía cantar, pero yo canté; cantaba todas las canciones que recordaba, especialmente las que tenían un mensaje de amor. Me advirtieron que era contrario al reglamento; respondí que seguiría cantando, y que tendrían que enmudecerme para impedirlo. Y luego ocurrió algo curioso. Un día, casi al final de mi encarcelamiento, una de las guardianas vino a mi celda y pasó un papel y un lápiz entre los barrotes, y me dijo: Por favor, escríbame la letra de esa canción que me gusta tanto."
Una experiencia que encierra belleza y ternura, dolor y coraje, como la ha descrito Antjie Krog, otra periodista y poeta sudafricana.
World Association of Christian Communicators
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