18 marzo 2008 por William Delgado Gil
BOGOTÁ, Colombia – "Estamos cumpliendo 152 años de presencia en Colombia, razón por la cual damos gracias al Dios dador de la vida," declaró Diego Higuita Arango Secretario Ejecutivo de la Iglesia Presbiteriana de Colombia (IPC), y continuó, "no obstante el dolor que nos produce la actual situación del país por las constantes situaciones de violencia, en las cuales se pierden vidas y se extirpan posibilidades de empleo, salud y educación, mantenemos viva la esperanza y el testimonio de servicio."
Higuita señaló que mientras rechazan en forma categórica toda expresión de violación de los derechos humanos, proclaman con fuerza la vida, aquella vida plena y abundante que ofrece Jesús el Cristo a sus discípulos en todos los tiempos y lugares; "la iglesia está llamada a ser portadora de esperanza, a ser la luz y la sal de la tierra," indicó.
Señaló que la IPC tiene el desafío de la consolidación del área de diaconía con el fin de dinamizar y optimizar recursos a favor de los menos favorecidos, e invitó al cuerpo de feligreses, hermanos y hermanas, a unirse en oración y apoyo material a esta iniciativa.
El sínodo está fortaleciendo una oficina nacional que articule los esfuerzos de los presbiterios e impulse nuevas propuestas de servicio ya que cada vez son más grandes los exigencias y desafíos para el pueblo cristiano frente a las expresiones de muerte del presente siglo; se hace necesario testimoniar con la Palabra convertida en acciones de amor para con los que sufren.
"Hoy más que nunca sentimos el llamado profético de gestores de cambio, como en los tiempos de Jeremías: se deben derrumbar los muros que nos hacen insensibles ante las situaciones que ponen en riesgo la vida y la dignidad de creación; escuchar ese llamado significa hoy restablecer la comunicación con Jesús el Cristo para la dignificación de la vida, para la reconstrucción de las relaciones del ser humano, con Dios, con la creación y consigo mismo," señaló el pastor Higuita.
también explicó que la IPC entiende que cada una de sus áreas de misión se enlazan y cruzan en todas partes; por eso la evangelización, la diaconía, la educación, la mayordomía, las pastorales son expresiones de testimonio que apuntan a un solo objetivo macro: la vida. La vida plena, aquella que Dios ofrece permanentemente y de manera ininterrumpida desde el huerto del Edén y que Jesús el Cristo ratifica al derrotar la muerte.
Finalmente reiteró que la oración y acción son necesarias en la construcción de nuevas realidades para un mundo en el que todas y todos podamos participar en dignidad y respeto. "Que la fe, la esperanza y el amor sean los elementos que acompañen nuestro diario caminar," puntualizó Higuita.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
|