6 marzo 2008
QUITO, Ecuador – El CLAI nunca se cerró al diálogo, pero tampoco confundió lo personal con lo institucional, señaló aquí el pastor luterano Felipe Adolf, primer vicepresidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias, reaccionando a un artículo del teólogo bautista colombiano Harold Segura publicado en Lupa Protestante de España. Segura es responsable de Relaciones Eclesiásticas de Visión Mundial en América Latina.
En su artículo, titulado "Diferentes, sí. Distantes ¿También?," Segura se refiere a la reciente renuncia del secretario general y de otros miembros del secretariado del Consejo y atribuye el hecho a "una profunda discrepancia entre dos formas —respetables ambas— de concebir el ecumenismo," y no solamente a "a diferencias de orden gerencial y administrativo."
En su carta, en cambio, Adolf sitúa el núcleo del conflicto en los aspectos institucionales. "Había una agenda paralela que funcionaba desde la secretaría general, de la que no había información," lamenta.
Según Adolf, en la reciente reunión de Panamá no hubo cuestionamientos a los secretarios regionales y de programa. El "intenso trabajo de los secretarios regionales con las iglesias miembros" fue "reconocido y apreciado por la Junta," puntualiza.
En su artículo, Segura destaca el "papel protagónico" del secretario general del CLAI como "gestor de diversas iniciativas inter-eclesiásticas e inter-institucionales" y sugiere que el intento de establecer relaciones con la Confraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA) habría sido la verdadera ‘piedra de escándalo.'
CONELA, creado en 1982 para frenar la "penetración de ideas izquierdistas" en la iglesia, consideró al CLAI y a la teología de la liberación como sus enemigos explícitos y su constitución establecía que no podían pertenecer a la Confraternidad aquellas iglesias que fueran miembros del CLAI, o del Consejo Mundial de Iglesias.
Adolf niega que la piedra de escándalo haya sido CONELA y atribuye el conflicto a "un manejo inadecuado de establecer agendas personales que no tuvieron en cuenta enormes heridas en ciertas iglesias que se quiso ignorar como ‘cosas del pasado,' olvidándose que el CLAI son las iglesias que lo integran, con sus heridas y alegrías."
Comparando al proceso impulsado por el secretario general con un tren en marcha, Segura se pregunta si la nueva Junta Directiva del CLAI intentará "detener este tren en plena marcha (esto en el supuesto caso de que se crea la única propietaria de la locomotora)? ¿Intentará bajar (por lo menos de su vagón particular) a los nuevos pasajeros, a los que no habían estado antes de Israel, para regresar al reducido aunque cómodo vagón de ‘clase exclusiva'?"
Adolf responde que solo quienes conocen poco al CLAI pueden imaginar a la junta directiva como una clase exclusiva y excluyente, y recuerda que el Consejo siempre se ha reconocido a sí mismo como un camino, pero no el único, ni el mejor, en la búsqueda de la unidad.
"Sabemos que son muchos los caminos que Dios abre para el cumplimiento de sus propósitos. No pretendemos que éste sea el único ni aún el mejor. Nuestro camino tiene las limitaciones propias de toda empresa humana y está lejos de abarcar dentro de sí a todo el pueblo de Dios en América Latina," reza el acápite de la constitución del CLAI aludido por Adolf.
En cuanto a la posibilidad de que algunos "se bajen del tren," reconoce que es una posibilidad. Pero serán aquellos que "confundieron a una persona con la institución y esas no son precisamente las iglesias e instituciones miembros, sino los que confundieron lo ecuménico como fuerza espiritual con la globalización."
El vicepresidente del Consejo rechaza que haya en la junta directiva del Consejo cualquier pretensión de "volver alpasado" o de "desmontar programas importantes de estos años."
"El CLAI siempre tuvo una comisión teológica, la reunión de las familias confesionales existe desde hace mucho tiempo, aún antes que la anterior administración, los encuentros de seminarios son excelentes, así como otras actividades e iniciativas que no solamente seguirán, sino que si es posible serán fortalecidas. Todo lo demás son especulaciones sin fundamento," afirma.
La tarea del CLAI, concluye, es anunciar al pueblo latinoamericano, con la luz de la esperanza, el mensaje de salvación, justicia y paz que por amor de su Reino estamos llamados a vivir y proclamar, y eso el Consejo debe hacerlo "dejando atrás toda contienda y vanagloria."
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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