26 diciembre 2007 Por Enrique López Oliva
LA HABANA, Cuba – Pese a que los medios oficiales ignoraron la tradicional celebración de la Navidad y se centraron en la reciente visita a Cuba del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cuya fotografía junto al general de ejército Raúl Castro Ruz, Ministro de las Fuerzas Armadas, y en funciones de jefe de estado, frente a una foto mural donde aparece Fidel Castro, encabezó el diario oficial Granma, los templos católicos, tanto como los evangélicos en sus propias celebraciones, se vieron abarrotados de feligreses y de curiosos, algunos rompiendo con su inhibición a frecuentar dominicalmente los templos.
Muchos habaneros miembros del Partido Comunista de Cuba prefirieron acostarse temprano, siguiendo el criterio arraigado durante años de ateismo militante oficial, de no celebrar la Navidad, por considerarla una celebración religiosa -política abandonada, oficialmente, durante el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba (1991)-, y esperar para celebrar un nuevo Aniversario de la Revolución, el cincuenta, el 31 de diciembre, con la llegada de un nuevo año, sin la aparición en público del presidente cubano Fidel Castro, quien se reunió el jueves 20 con Chávez, pero no se reprodujeron imágenes de este encuentro.
"El Nacimiento de Jesucristo nos reúne un nuevo año y nos reúne no simplemente para recordar, sino para celebrar y no para celebrar de un modo mundano, como celebramos cualquier cosa buena, sino para celebrar en la fe. Se trata no solo de un acontecimiento: Jesús que nació de verdad históricamente en Belén, hace un poco mas de dos mil años, sino se trata de que significa ese nacimiento. ¿Quién era Jesús? ¿Qué esperanzas se cumplían en él? y ¿Qué esperanzas se siguen cumpliendo en él?."
Con estas palabras inició su homilía especial por la llamada "Misa del Gallo" o Misa de Navidad, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, Vicario General de la Arquidiócesis de la Habana, ante un templo lleno de familias, muchas con hijos pequeños. Su homilía fue precedida y seguida por los tradicionales villancicos navideños. Una niñita preguntaba a su mamá: "¿por qué mataron a Jesús si era tan joven?"
Insistió Monseñor en que "Jesús nos salva en nuestra vida, no de ese sentido humano, político, económico, eso es tarea nuestra, sino salva nuestra vida de la falta de sentido, de las cosas caóticas en las cuales algunas veces nos vemos envueltos por no tener sentido de la vida." "Si realmente creemos en él y si vivimos en unión íntima con él (...) y también humanamente tratando de vivir como era, haciéndolo presente en el mundo, creando relaciones humanas fundamentadas en la verdad, en el servicio, en la generosidad, en la serenidad, no en la desesperación, no en el egoísmo, no en la sensualidad, y no, perdonen la palabra, en la porquería en que nos asentamos tantas veces (...)."
"No nacimos para la porquería, nacimos para el cielo y para vivir vida eterna en amistad con Dios y con los santos (...)." Afirmó que la imagen de Jesús en el pesebre "nos revela que la gracia de Dios, que el poder de Dios, puede hacerse presente donde quiera, y que a lo que nos llama es a confiar en él, aunque las situaciones que nos rodean sean a veces tan amargas, tan poco luminosas (...)."
Al salir del templo muchos marcharon a sus casas por calles semi-oscuras para una cena en familia, como siempre fue tradicional en la familia cubana. En un rincón un arbolito de Navidad, con sus bombillitos de colores -estos solo en CUC (moneda libremente convertible, que se cambia por encima del dólar estadounidense: un cuc igual a 1.20 dólar y a 25/26 pesos cubanos) y cada vez mas caros-, y en otro un modesto Nacimiento, conservado con amor, alguno desde antes de la Revolución. Se abrió alguna botella de vino, guardado para la ocasión, se sirvieron los tradicionales frijoles negros y se comió un pedazo de cerdo; de postre algunos pudieron saborear los turrones españoles, a precios prohibitivos para la mayoría de la población.
Para quien leía un diario o encendía la televisión o ponía la radio, a excepción de las emisoras de onda corta que trasmitieron programas especiales navideños, parecía que en La Habana era un día cualquiera y no el Día de la Navidad. Pero los que habían asistido a la "Misa del gallo," llevaban en sus oídos los tradicionales y nuevos villancicos: "Con nuestras voces Cuba hoy saluda tu llegada, cantándote un son Señor (...)," "Esta noche es Nochebuena, vamos al bosque hermanito, a cortar un arbolito porque la noche es serena(...) , iremos porque esta noche ha nacido el Niño-Rey...."
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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