Octubre 12, 2007 por José María Castillo
ESPAÑA – El próximo día 28, con toda solemnidad en la plaza de San Pedro de Roma, serán beatificadas por el papa 498 personas que murieron asesinadas en la Guerra Civil española de 1936 a 1939. Nunca, en la larga historia de la Iglesia, habían recibido los honores de la beatificación tantos cristianos a la vez. Se trata, pues, de un hecho enteramente singular que debería ser motivo de gozo para toda la Iglesia, especialmente la española. Lo que ocurre es que este hecho tan gozoso para la Iglesia no puede ser motivo de alegría para todos sus miembros. Porque los que van a ser elevados a tanta dignidad pertenecían todos a uno de los bandos contendientes. Y ahora nos encontramos con la desagradable coincidencia de que entre quienes fueron asesinados en el otro bando había también personas con creencias religiosas, pero resulta que justamente en estos mismos días, cuando unos españoles preparan gozosamente su viaje a Roma para honrar a sus antepasados como heroicos mártires, hay otros españoles que profesan las mismas creencias religiosas, pero que se sienten, no sólo olvidados y excluidos de la fiesta, sino además sin poder saber ni dónde fueron enterrados sus difuntos. Y hasta es posible que haya quienes se vean señalados con el dedo como gentes que no son capaces de olvidar agravios que todos tendríamos que borrar de la memoria.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación Publicado en Lupaprotestante.com
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