6 junio 2007 Por Fredrick Nzwili
Desde Darfur, en el oeste de Sudán, hasta el Monte Elgon en Kenya, la falta de agua para las comunidades rurales constituye cada vez más la causa principal de conflictos en el continente africano. En Darfur, casi dos millones de personas desplazadas padecen una situación de sufrimientos y desesperación. Y las organizaciones que trabajan en el sector están convencidas de que son las luchas por el agua y los pastos las causas de la crisis.
"Todo comenzó cuando los Janjaweed comenzaron a quemar aldeas, antes de hacerse con el control de los puntos de agua" dice Ismail Algazouli, ingeniero de la Organización de Desarrollo Social (SUDO) de Sudán. La SUDO, junto con la Ayuda de la Iglesia Noruega (NCA) y el Consejo de Iglesias del Sudán, y con el apoyo de Acción Conjunta de las Iglesias (ACT) y de Cáritas Internationalis, han suministrado agua e impartido educación en Darfur.
Según Algazouli, participante en la Conferencia de la Red Ecuménica del Agua (REA) celebrada en Entebbe, Uganda, del 21 al 25 de mayo, el conflicto se desencadenó a causa de choques por el acceso al agua y los pastos entre pequeños grupos de agricultores africanos negros y comunidades árabes de pastores. Gradualmente los grupos fueron creciendo y los choques se hicieron más frecuentes. El punto de inflexión se alcanzó en 2003 cuando los poderosos líderes de los Janjaweed pidieron ayuda a sus aliados del gobierno, lo que dio al conflicto una nueva dimensión.
"Las milicias, que se cree gozan del apoyo del gobierno, ahuyentarían a la población local. Una vez que hubieran huido de sus hogares, los Janjaweed tomarían posesión de los puntos de agua para su propio ganado," dice Algazouli. "Tienen millones de animales y no es fácil encontrar agua suficiente para ellos."
Durante casi tres años, los Janjawed – "los jinetes de caballos negros" – han tenido enfrentamientos con los miembros de las comunidades locales, como consecuencia de los cuales miles de personas han huido a los campamentos situados en la frontera de Sudán con Chad.
Una marea creciente de "pequeños choques"
Pero, aunque Darfur podría parecer un caso aislado, los expertos participantes en la conferencia advierten que no se puede ignorar el peligro de conflictos similares en otras partes. Los delegados de iglesias que trabajan en los niveles de base señalan que temen que surjan conflictos mayores y que han aumentado los choques pequeños.
Hace solamente ocho meses, se desencadenó un violento conflicto por la tierra y los recursos en un plan de asentamiento conocido como Chepyuk en la región del Monte Elgon de Kenya. "El conflicto es por el acceso al agua y a la tierra, que están disminuyendo rápidamente" dice el Rev. Maritim Rirei, coordinador del programa de la Iglesia Anglicana de Kenya en la región de Eldoret. Su iglesia ha organizado programas de paz en la zona.
Se calcula que, durante este breve período, han quedado desplazadas 60 000 personas, se han destruido centenares de hogares y se han cerrado 35 escuelas. Han sufrido la muerte unas 200 personas y 300 han sido arrestadas en los intentos del gobierno por resolver el conflicto. "Esto significa que los miembros de estas comunidades desplazadas carecerán de acceso a cantidades suficientes de agua potable," dice Rirei.
En los últimos 30 años se ha duplicado la población en la región, lo que ejerce una gran presión sobre los limitados recursos. En el mismo período, ha disminuido el volumen de los cursos de agua y ríos de la zona, lo que, por ejemplo, obliga a la comunidad llamada Soya a desplazarse a zonas más altas de la montaña donde el suelo es más fértil y las fuentes manan todavía agua limpia. Entre 1965 y 1989, el gobierno obligó dos veces a la comunidad a bajar de la montaña, dejando la ladera a los Dorobo, una comunidad de cazadores – recolectores, que subsisten a base de miel y frutas silvestres y pastan unos pocos animales en los páramos de la montaña.
"Ha entrado la fiebre de tener tierras en la montaña. El catalizador ha sido la abundancia de fuentes, suelos fértiles y buenas lluvias," explica Rirei. "Ésta es la cuenca de captación que suministra agua a las poblaciones del oeste de Kenya."
Rirei dice que, debido a los efectos negativos visibles sobre las fuentes de agua de la montaña, el gobierno comenzó a reasentar a las comunidades de la montaña, lo que hizo estallar el conflicto. Han sido reasentados unos 1700 hogares, pero otros 5800 carecen de tierras. Los jóvenes de las comunidades que recibieron tierras se han agrupado en milicias llamadas la fuerza de defensa de la tierra "Saboat," cuyas acciones violentas están desestabilizando la zona.
Según el coordinador del programa de paz, han sido atacados niños y mujeres mientras sacaban agua o abrevaban a sus animales en las fuentes o charcas, obligándolos a abandonar sus hogares y buscar refugio en iglesias y escuelas.
"Los que están combatiendo quieren permanecer en las zonas boscosas y seguir desplazándose a las zonas más altas de la montaña," afirma Rirei. "Ahora ven sus casas destrozadas y cubiertas de hierba. Los elefantes se pasean donde antes estaban nuestras viviendas."
Las iglesias, según Rirei, están cargando con el peso de proteger las fuentes de agua y, al mismo tiempo, reasentar a las personas desplazadas. "Tenemos un doble peligro. Tenemos que trabajar de forma que protejamos las cuencas de captación del agua y, al mismo tiempo, tenemos que ayudar a estas personas," dijo Rirei a los asistentes a la conferencia de la REA, en su presentación titulada "Mediación de conflictos sobre el agua y los recursos naturales."
Las aguas del Nilo
Tras haber sido testigos de los efectos de los conflictos pequeños, los dirigentes de iglesias y organizaciones afines están preocupados por las grandes masas de agua dulce de África. Se teme que, por ejemplo, las aguas del Nilo pueden ser la causa de un conflicto regional, si los países intentan transportarlas o establecer proyectos de desarrollo cerca de ellas. "Las aguas del Nilo son extremadamente sensibles," dice el Sr. Abiy Hailu de Christian Aid.
Hailu explica que, si bien son diez los países de África que comparten las aguas del Nilo, parece que Egipto disfruta de derechos exclusivos sobre este inmenso recurso. "Cada vez que un país proyecta utilizar el agua, surgen tensiones," señala, explicando que un acuerdo de 1929 entre el Gobierno Británico y Egipto exigía que todo país que tratara de utilizar el agua debía obtener primero el consentimiento de Egipto. En 1959 se firmó otro acuerdo entre Sudán y Egipto, por el que acordaron compartir las aguas.
Los participantes en la conferencia hicieron hincapié en que, pese a las crecientes tensiones provocadas por el uso de los recursos hídricos, es posible encontrar soluciones no violentas a los conflictos actuales y futuros relacionados con el agua. Tales tensiones pueden considerarse también oportunidades para la cooperación pacífica y para encontrar una solución conjunta de los problemas. Los dirigentes de las iglesias están convencidos de que incluso las aguas del Nilo pueden ser un elemento unificador para los países por los que atraviesa el río.
"No debemos olvidar que el agua ha puesto siempre en contacto a las personas y las ha reunido," dice Danuta Sacher, jefe del departamento de política y campañas de Bread for the World (Alemania). Los participantes en la conferencia afirmaron en una declaración final que, para resolver los conflictos, es preciso buscar soluciones junto con las poblaciones afectadas y basándose en el respeto recíproco del derecho al agua de todas las personas involucradas. Advirtieron que es decisiva la voluntad de los gobiernos para tratar abierta y ecuánimemente las cuestiones del agua, dando prioridad a los derechos de las personas más pobres y vulnerables y estudiando las formas de alcanzar una colaboración pacífica y de compartir los recursos entre los estados y dentro de ellos.
El texto completo de la declaración de la conferencia de la REA puede verse en: http://www.oikoumene.org?id=3633&L=4.
Red Ecuménica del Agua: http://www.oikoumene.org/es/activities/la-reda.html.
Consejo Mundial de Iglesias Fredrick Nzwili es un periodista independiente de Kenya. Actualmente es corresponsal de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI) en la capital del país, Nairobi.
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