22 marzo 2007 por William Delgado Gil
BOGOTÁ, Colombia – Fabián Salazar, coordinador del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones, de la Universidad del Rosario en Bogotá, reflexionó sobre "el papel de las religiones en el tema de paz," articulo publicado en la revista ´Vida de hoy´, indicando que cada día se presenta con más urgencia un diálogo interreligioso como aporte a la construcción de la paz, "máxime cuando en nombre de la religión se alimentan guerras cargadas de odio y venganza."
Salazar consideró las reflexiones generales de una definición integral de paz desde la justicia, enmarcadas dentro de las visitas del doctor Hans Küng, en la Semana de la Ética y Paz Mundial desde la Religiones del Mundo: judaísmo, cristianismo e islamismo, y la próxima visita del doctor Elías Szczytnicki, director de la Oficina Regional Latinoamericana y Caribeña de la conferencia Mundial de Religiones por la Paz.
El teólogo indicó que se hace necesario afirmar que la sociedad colombiana se define en su mayoría como confesionalmente religiosa. "Esta dinámica interna de las personas y de la nación puede ser un impulso para promover procesos de reconstrucción de un país que se ve sumido y agotado en una guerra fraticida y una sobreabundancia de injusticia y delincuencia que satura sus entrañas."
Destacó que en un sentido veraz y comprobablemente histórico "en el nombre de Dios mezclado con política, se han cometido crímenes y abusos a través de la historia," contrastando con que "también en nombre de Dios, se han hecho acciones solidarias en espacios educativos, de asistencia social, salud y protección de los derechos humanos."
"La Constitución del 91 demostró que el país con su diversidad religiosa, enriquece su propia pluralidad cultural y ética, aunque el cristianismo se ha presentado históricamente como una mayoría que ha moldeado el rostro del país; es innegable el aporte del Judaísmo y el Islam a la construcción de la realidad política, económica, social y religiosa del rostro colombiano," y la contribución de poblaciones indígenas "que con su sabiduría nos enseñan a resolver los conflictos y de lucha por su identidad," argumentó el clérigo.
Por otra parte el religioso reconoció el aporte de vivencias y espiritualidades que desde sus raíces ancestrales hacen las comunidades afrodescendientes, y el de corrientes espirituales orientales que "con su propuesta de paz y armonía se perfilan como un componente más de construcción de un país, que se reconoce diversa y capaz de vivir una sana convivencia."
"La paz es un camino que implica esfuerzo, tiempo y la participación de los diversos sectores sociales, es obra de la edificación en la justicia que va más allá de lo pactado en los convenios, teniendo como consideraciones, que es un quehacer permanente, pues la paz, no se encuentra, se construye. Es fruto del amor, nacida y consolida en la justicia y fortalecida y siempre renovada en la solidaridad."
"La paz de Jesús que nos viene de Dios, está fundamentada en ese don de transformar al hombre y a la sociedad, desde el corazón mismo del hombre. Esta paz fruto del amor entre Dios y los hombres y la obra de la justicia, es el bien mesiánico por excelencia la primacía de la salvación definitiva que todos anhelamos," concluyó Salazar citando a Juan Pablo II. "La paz no se limita a un bienestar sociológico o psicológico pues es trascendente," finalizó.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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