20 noviembre 2006 Por Claudia Florentin
BUENOS AIRES, Argentina – El domingo 19 de noviembre fue el día internacional de prevención del abuso sexual infantil, y en los Lagos de Palermo, en plena ciudad de Buenos Aires, la campaña A.S.I NO encintó de blanco los lagos. La Campaña "A.S.I. NO" Abuso Sexual Infantil No, promovió este movimiento que busca crear conciencia y denunciar los abusos a que son sometidos niños y niñas y que, la mayoría de las veces, queda en penumbras.
Las promotoras del encintado, afirmaban en sus mensajes que las niñas, niños y adolescentes no son ventrílocuos ni títeres de padres, psicólogos, peritos u otros adultos "manipuladores" y que por lo tanto los niños y niñas no mienten ni "inventan" cuando cuentan lo que les pasó o lo que les pasa cuando son agredidos sexualmente.
La invitación convoca a la educación de nuestra niñez con amor para que puedan decir NO: No se pega. No se humilla. No se maltrata. Los adultos debemos aprender a respetarles, a escucharles y a creerles.
El miedo suele ser el principal involucrado ante la sospecha de un abuso a un menor. Los expertos exhortan a no tener miedo, no dudar, a proteger al niño, niña o adolescente y a denunciar ante la sospecha de abuso.
Justo en estos días se dio a conocer a nivel internacional el Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños y niñas 2006. Este Informe es un empeño mundial para trazar un panorama detallado sobre la naturaleza, el alcance y las causas de la violencia contra la infancia, y proponer unas recomendaciones sobre cómo actuar para impedir y responder a esta violencia.
Según informan en el mismo, es la primera vez que se ha hecho un intento amplio para documentar la realidad de la violencia contra la infancia en todo el mundo, y establecer las medidas que se toman para impedir que suceda. Desde el 2003, miles de personas han hecho aportaciones al estudio por medio de consultas, grupos de trabajo, cuestionarios y otros medios.
Resumimos los principales apartados para nuestros lectores y lectoras.
El secretario general dirige su mirada primero sobra la familia, que según se cree posee el mayor potencial para proteger a los niños y las niñas y proporcionarles la seguridad física y emocional que necesitan. Los tratados sobre derechos humanos reconocen el derecho a una vida privada y familiar, y a un hogar. Aun así, en los últimos años se han documentado actos de violencia contra niños y niñas por parte de sus progenitores y otros familiares. Esto puede incluir violencia física, sexual y psicológica, así como el abandono deliberado.
A menudo, en el contexto de la disciplina, los niños y niñas sufren castigos físicos crueles o humillantes. Los insultos, el aislamiento, las amenazas, la indiferencia emocional o el menosprecio son formas de violencia que pueden perjudicar el bienestar del niño. Lo más frecuente es que los niños y niñas sufran abusos sexuales a manos de una persona a la que conocen, a menudo un miembro de su propia familia. Es frecuente que los dirigentes familiares o comunitarios impongan a los niños y niñas a una edad temprana prácticas tradicionales que son perjudiciales. Buena parte de esta violencia se oculta a puertas cerradas o debido a la vergüenza o al miedo," afirma el Informe.
Sobre esta realidad que suena aberrante, la ONG AVIVI de Argentina, que trabaja desde el 2003 en asistencia a víctimas de abusos sexuales y violaciones, afirma que el 20% de los casos que asistieron fueron víctimas de violadores ocasionales. El resto fueron casos intrafamiliares.
La comunidad es una fuente de protección y solidaridad para niños y niñas, pero también puede ser un lugar de violencia, lo que incluye violencia a manos de los compañeros, violencia relacionada con armas de fuego y de otro tipo, violencia policial y de pandillas, violencia física y sexual, y trata. La violencia puede también estar asociada con los medios de comunicación de masas y con las nuevas tecnologías de información y comunicación. La violencia en la comunidad afecta con frecuencia a grupos marginales de niños, como los que viven en la calle. Los medios de comunicación de masas a menudo muestran la violencia como algo normal o la glorifican, dice la ONU.
No podemos dejar de decir que aumenta el número de niños y niñas que viven en situación de calle en América Latina, y entonces la pregunta de qué hacer como cristianos y cristianas llega a la mente y el corazón cada vez con más fuerza.
La pastora metodista Viviana Pinto, coordinadora del Foro de la Mujer del CLAI compartía con ALC su sentir al respecto: "Las iglesias tienen un enorme desafío frente a las múltiples formas de abuso que sufren nuestros pequeños, como cristianos y cristianas deberíamos verlos como nuestros hijos y hijas y defenderles, ampararles. No puede haber una iglesia cerrada con un niño, una niña, durmiendo en la vereda."
El estudio internacional sobre el maltrato a niños toma un capítulo sobre la violencia ejercida en los ámbitos educativos que muchas veces se convierten, de lugares de protección y educación, en espacios de acosos y discriminaciones. La escuela no puede escapar a el efecto del conjunto de la comunidad, que vive en estado de violencia y competencia.
"Muchas veces en los espacios educativos los niños se encuentran sometidos a castigos corporales, a formas crueles y humillantes de castigo psicológico, a la violencia sexual y por razón de género, y al acoso escolar. Aunque 102 países han abolido el castigo corporal en las escuelas, muchas veces esta prohibición no se pone en práctica de una forma adecuada. Otros ejemplos de violencia contra los niños que tiene lugar en las escuelas son las peleas y el acoso. A menudo, el acoso está asociado con la discriminación dirigida a alumnos que pertenecen a familias pobres o grupos marginados, o hacia quienes tienen características personales especiales, como su aspecto, o una discapacidad," afirma el trabajo de Naciones Unidas.
Otro espacio donde los niños y niñas sufren violencia son las instituciones donde quedan internados por múltiples razones. Según el Informe, en todo el mundo hay casi ocho millones de niños y niñas que están internos en instituciones. Son relativamente pocos quienes se encuentran allí por no tener progenitores; a la mayoría se los ha internado por que sufren discapacidades, por la desintegración de la familia, por la violencia en el hogar, y por condiciones sociales y económicas como la pobreza.
"En algunas instituciones, los niños y niñas con discapacidades sufren a causa de una violencia encubierta que se aplica como si fuese un tratamiento, como descargas eléctricas para controlar su conducta o la administración de fármacos para hacerlos más "obedientes." Los niños que están recluidos son a menudo víctimas de la violencia del personal que está a cargo de ellos. En al menos 77 países, el castigo corporal y otras formas violentas de castigo se aceptan legalmente en las instituciones penales," informan.
En todas las regiones, la violencia -física, sexual y psicológica- afecta a muchos millones de niños y niñas que trabajan, legal o ilegalmente. Se emplea con el objeto de coaccionar a los niños y niñas para que trabajen, o para castigarlos y controlarlos en el lugar de trabajo. Se ha determinado que algunas categorías de trabajo ilegal están entre las "peores formas de trabajo infantil," y por tanto se consideran violencia contra la infancia. La mayor parte de la violencia en el lugar de trabajo se debe a los patronos, aunque quienes la ejercen pueden ser compañeros de trabajo, capataces, policías, bandas de delincuentes, e intermediarios.
Muchas niñas están empleadas en el trabajo doméstico, que a menudo no está reglamentado. Estas niñas denuncian malos tratos como castigos físicos, humillaciones y acoso sexual. La explotación de los niños y niñas en la prostitución o la pornografía infantil no sólo constituye en sí misma una forma de violencia, sino que también expone a los niños y niñas así explotados a la violencia física y psicológica, así como al abandono.
Principales resultados El Estudio llega a la conclusión de que la violencia contra la infancia tiene lugar en todos los lugares, en todos los países y sociedades y afecta a todos los grupos sociales. La violencia extrema contra ellos puede convertirse en un titular de los medios de comunicación, pero los niños afirman que los pequeños y reiterados actos de violencia y malos tratos que sufren a diario también les hacen daño. Si bien parte de esta violencia es inesperada y aislada, la mayor parte de los actos violentos contra niños y niñas los llevan a cabo personas que ellos conocen y en las que deberían poder confiar: progenitores, novios o novias, consortes y parejas, compañeros de escuela, maestros y patronos.
La violencia contra la infancia incluye violencia física, violencia psicológica como insultos y humillaciones, discriminación, abandono y malos tratos. Aunque las consecuencias pueden variar según la naturaleza y gravedad de la violencia infligida, las repercusiones a corto y largo plazo para los niños y niñas, y para el conjunto de la sociedad, suelen ser graves y perjudiciales.
En Argentina, quienes trabajan en protección y denuncia de abusos contra los menores afirman que se los ha comenzado a castigar y perseguir para que cesen en el empeño. No pudiendo ya silenciar a los niños y niñas que se han convertido de a poco y con años de esfuerzo en "seres creíbles," se va ahora contra quienes les acompaña en las denuncias.
La psicóloga Alicia Ganduglia, en una columna en Página 12 afirma que "el ataque a los profesionales que intervienen en las situaciones de maltrato infanto-juvenil es uno de los frentes que ha configurado la reacción contra la visibilización del maltrato. El abuso sexual infantil es paradigmático. Una vez legitimada la credibilidad de los dichos de un niño y su padecimiento en estos casos y superada la época de la teorías sobre las mentiras y las fantasías no es difícil conjeturar que se trate ahora de invalidar a quienes están en el lugar de portavoces de la verdad que estos dichos transmiten, sean psicólogos, trabajadores sociales, abogados, operadores judiciales y familiares protectores, especialmente "madres."
En el ámbito eclesial el día parece haber pasado desapercibido para la mayoría. Ante la consulta de ALC a varios sectores representativos del mundo evangélico, algunos dieron cuenta de oraciones al respecto, mientras otras informaban de la participación en convocatorias de terceras instituciones, más a título personal que comunitario.
Al cerrar el Informe de la ONU y volver los ojos a la realidad que nos golpea a diario, surge la inquietud: si muchos sectores de iglesias y ministerios trabajan con niños y niñas, este día tan importante y con él la concientización de los abusos y las denuncias correspondientes, deberían estar presentes con más fuerza, o no?
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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