19 octubre 2006 Por Alexander Belopopsky
En medio de tranquilos viñedos desde los que se divisa el Lago de Ginebra hay un lugar en el que puede parecer improbable que se preparen futuros dirigentes de la iglesia. Sin embargo, el Instituto Ecuménico del CMI en Bossey ha sido durante seis decenios, desde su creación en 1946, un centro internacional único de diálogo y estudio cristianos.
Esta semana llegó a Suiza el último grupo de cerca de cuarenta dirigentes jóvenes de casi otros tantos países, para un curso intensivo de graduados. Todos tienen un primer grado universitario, y descubren con entusiasmo las facilidades de estudio en el Instituto Ecuménico, junto con la oportunidad de compartir con otros sus propias creencias y tradiciones diversas.
Fundado en 1946 en la Europa desgarrada por la guerra como centro de salud espiritual por los esfuerzos del secretario general fundador, Dr Wilhelm Visser ‘t Hooft, sus primeros cursos reunieron a supervivientes de campos de concentración, ex combatientes y miembros de movimientos de resistencia. Junto a este tema central de reanudación del diálogo y promoción de la reconciliación, Bossey pronto se convirtió en una institución académica reconocida con vínculos con la Universidad de Ginebra, atrayendo a estudiantes de todo el mundo.
Uno de los estudiantes recién llegados, Fritz-Gerald Romulus, pastor bautista de Haití, reconoce que Bossey ofrece un marco excepcional para el estudio que le preparará prácticamente para el trabajo en la iglesia al regresar a su país, en el que él reconoce que la desconfianza del ecumenismo puede calar en las iglesias.
El Rev. Tegwende Kinda, ministro de la Iglesia Reformada de Burkina Faso, recalca que el diálogo no es un lujo, sino que puede ser una cuestión existencial. "Esta oportunidad puede ayudarme a ampliar mi cultura teológica y a reforzar mi comprensión del diálogo, tan necesario en mi contexto de mayoría musulmana en el que muy fácilmente pueden desarrollarse malentendidos entre iglesias y religiones."
El Instituto ha sido descrito como "laboratorio ecuménico" por su capacidad para congregar a cristianos de diversos orígenes para estudiar y debatir sobre algunas de las cuestiones más complejas y controvertidas que se plantean a las iglesias.
El ex secretario general del CMI Rev. Dr Konrad Raiser, que es este año profesor visitante, ve el Instituto como espacio privilegiado para el encuentro por encima de las divisiones, así en la iglesia como en la sociedad.
"La libertad de Bossey significa que la gente puede abordar algunas de las cuestiones más dolorosas que se plantean a las iglesias y a las comunidades de manera creativa y abierta, lo que es muy necesario en nuestro tiempo," dice Raiser.
Además de los programas para graduados y posgraduados, Bossey organiza una serie de seminarios sobre temas tan diversos como religión y violencia, diálogo ortodoxo-evangélico, injusticia económica y teología feminista.
En la larga lista de ex alumnos de Bossey hay profesores de universidad, dirigentes ecuménicos, obispos, pastores y sacerdotes, así como dirigentes políticos y civiles de todos los continentes. Hasta un patriarca ecuménico está incluido en la lista. Más de 25.000 personas de prácticamente todas las iglesias, confesiones y culturas han participado en los cursos de Bossey en los últimos sesenta años.
En Bossey, los estudiantes aprenden "24 horas al día," dice el director del Instituto padre Ioan Sauca, teólogo ortodoxo de Rumania, graduado también de la escuela. "Pero la parte más importante de la formación ecuménica y la que más transforma la vida es la espiritual," recalca.
Además de la enseñanza académica formal, los estudiantes de Bossey preparan, participan y dirigen una vida de oración diaria en común, que pone la espiritualidad en el corazón mismo de la vida comunitaria, dice Sauca. "El grupo heterogéneo de estudiantes se reúne pese a sus profundas diferencias para formar una auténtica comunidad de culto, dando testimonio de que los cristianos pueden ser un solo cuerpo con muchos miembros." El tema para la escuela de graduados de este año es "Espiritualidad ecuménica."
Anna Eltringham, estudiante anglicana, conviene en que la experiencia puede cambiar la vida. "Para mí, Bossey es un lugar en el que los prejuicios pueden disiparse y puede crecer una nueva concepción de lo que significa verdaderamente ser el Cuerpo de Cristo en el mundo. Esto se experimenta muy íntimamente en la vida espiritual del Instituto, en la que se disfruta de una profunda autenticidad y del gozo de descubrir formas interculturales e interdenominacionales de oración."
A sus sesenta años de edad, Bossey parece todavía joven, y no le faltan ideas para nuevas iniciativas. Una perspectiva de futuro es promover la vida espiritual del Instituto reforzando los vínculos con las comunidades cristianas en otros lugares. Asociar la teología a la solicitud práctica por la creación es otra dirección potencial, por ejemplo con la iniciación en técnicas de agricultura orgánica de los futuros estudiantes, muchos de los cuales regresarán para trabajar en países en desarrollo.
Otros planes actuales son una escuela interreligiosa de verano, que reúna a jóvenes de los principales credos mundiales, impulsando el diálogo y la comprensión más allá del tradicional contexto cristiano. En 2005 se estableció un centro de investigación ecuménica en el Instituto orientado en particular al fomento de relaciones justas, armoniosas y sostenibles entre culturas y religiones.
Tras seis decenios, Sauca ve el trabajo del Instituto Ecuménico como si acabara de empezar. "Las tremendas fracturas sociales de que somos testigos en todo el mundo, y las aceleradas transformaciones en el mundo cristiano, significan que nunca ha sido tan necesario como ahora un centro tan excepcionalmente diverso de encuentro y estudio. Las iglesias y el mundo necesitan todavía un Bossey."
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Consejo Mundial de Iglesias Alexander Belopopsky es coordinador del Equipo de Información Pública del CMI.
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