17 mayo 2006 Por Paulo Hebmüller
SÃO PAULO, Brasil – Representantes de 12 tradiciones religiosas, de órganos del Estado, de organizaciones no-gubernamentales y de movimientos sociales participaron el lunes 15 en un acto inter-religioso de repudio a la violencia y en solidaridad con las familias de las víctimas de los ataques contra bases de la Policía, bancos y otros establecimientos, promovidos en Sao Paulo por el crimen organizado el último fin de semana.
"Que nuestras manos estén abiertas para recibir la paz tan necesaria. Así como las religiones están aquí juntando las manos en súplica, pedimos que Dios inspire a las autoridades para que se unan y consigan acabar el derramamiento de tanta sangre," dijo en la ceremonia la pastora Vera Cristina Weissheimer, de la Parroquia Centro de São Paulo, de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil (IECLB).
El acto fue realizado en la Catedral da Sé, en el centro de la ciudad. Cada representante religioso oró por la paz, al mismo tiempo que expresaba su solidaridad con los familiares de los policías que cayeron en el cumplimiento de su deber.
El padre Julio Lancelloti y el obispo Pedro Luis Stringhini, de la arquidiócesis católica de São Paulo; el sheik Armando Hussein Saleh; la monja Coen, presidenta de la Comunidad Zen-Budista de Brasil; Francisco de Oxum, del Instituto Nacional de Tradición y Cultura Afro-Brasileña; y la pastora Nancy Cardoso Pereira, de la Iglesia Metodista, estuvieron entre los líderes religiosos.
"La situación es terrible, las víctimas son profesionales que están al servicio de la Justicia y de los derechos de la población civil. No fue fatalidad, fue brutalidad, que no puede quedar impune," dijo Henry Sobel, presidente del rabinato de la Congregación Israelita Paulista. "Exigimos a las autoridades federales, provinciales y municipales que sumen fuerzas para investigar los crímenes cometidos y castigar a los responsables," manifestó el rabino.
El senador Eduardo Suplicy, del oficialista Partido de los Trabajadores, de São Paulo, asistió a la ceremonia junto con el ex-ministro de Justicia, José Gregori, para quien el acto mostró que "los que defienden los derechos humanos están preocupados con la vida de todos, inclusive la de los agentes del Estado que fueron cobardemente atacados el fin de semana."
Para Denis Mizne, director ejecutivo del Instituto Soy de la Paz, uno de los organizadores del acto, "el momento es de solidaridad con los policías, y de unión, indignación y repudio contra todos aquellos que atacan al Estado."
El arzobispo de São Paulo, Claudio Hummes, no asistió al acto pues estaba en la asamblea de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), en el interior del Estado, pero divulgó una nota en la que afirma que "es necesario que la sociedad no acepte ser rehén de los delincuentes. Urge, destacó, que el poder público "tome nuevas iniciativas para mejorar el sistema penitenciario y evitar que continúe siendo escuela de delincuentes y sirva para la organización del crimen."
La ola de rebeliones en penitenciarías de todo el Estado, desatada el fin de semana, fue contenida la noche del lunes. Informaciones periodísticas indican que la "tregua" habría sido negociada por el gobierno paulista con los líderes de la facción Primer Comando de la Capital (PCC), organización criminal coordinada desde los presidios. El gobernador Cláudio Lembo, del Partido de Frente Liberal (PFL), que es miembro de la Iglesia Presbiteriana de Brasil y ex rector de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, niega que haya habido acuerdo.
En 251 ataques registrados del viernes al lunes en todo el Estado, fueron incendiados 96 buses y murieron 115 personas, siendo cuatro civiles y 40 agentes policiales militares y civiles, integrantes de la Guardia Metropolitana y agentes penitenciarios.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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