26enero 2006
Por Bartolomeo I, Patriarca Ecuménico
¿Qué debemos hacer para lograr la transformación?
En el presente artículo sobre el tema de la IX Asamblea del CMI
"Dios, en tu gracia, transforma el mundo," Su Santidad el Patriarca
Ecuménico Bartolomeo I aborda esta pregunta y reflexiona sobre el
descubrimiento de sí, la sanidad de la comunidad y de la Tierra.
La transformación como sanidad del corazón
La Philokalia, una antología clásica de los primeros
textos cristianos sobre la oración, destaca una asombrosa paradoja:
la transformación se efectúa por medio del silencio. "Cuando descubras
el silencio en tu corazón, discernirás a Dios en el mundo entero."
En otras palabras, la transformación empieza con la conciencia de
que Dios está en el centro de toda vida. "¡Ríndanse! ¡Reconozcan
que yo soy Dios!" (Salmo 46:10).
Por medio del silencio nos damos cuenta de que
la gracia de Dios está mucho más cerca de nosotros, y hace más para
definir quiénes somos, que nosotros mismos. La transformación del
corazón es la conciencia profunda de que "el reino de Dios está
entre ustedes" (Lucas 17:21).
Sin embargo, la transformación interior exige
un cambio radical. En la terminología religiosa, exige metanoia:
un cambio de actitudes y presupuestos. No podemos ser transformados
si primero no somos purificados de todo lo que se opone a la transformación,
si no entendemos qué es lo que desfigura el corazón humano.
Un proceso semejante de descubrimiento de sí
sólo es producido por la gracia de Dios y conduce finalmente a un
respeto genuino de la naturaleza humana, con todos sus defectos
y fracasos, tanto en nosotros mismos como en los demás. Prepara
el camino para el respeto hacia todos los seres humanos, sin que
importen las diferencias, en la sociedad y en la comunidad mundial.
La transformación interior nos permite acoger,
honrar y abrazar esas diferencias como piezas únicas de un rompecabezas
sagrado, ya que forman parte del misterio más profundo de la maravillosa
creación de Dios.
La transformación como sanidad de la comunidad
La transformación del corazón se manifiesta en
la sanidad de la comunidad. La transformación es una visión compasiva
de las interrelaciones. ¡Qué triste es que nosotros, cristianos,
disociemos con frecuencia espiritualidad y comunidad!
Cuando la gracia divina transforma nuestros corazones,
vemos el mundo de manera diferente y somos impulsados a actuar con
misericordia. Por la gracia transformadora de Dios, somos facultados
para buscar soluciones a los conflictos mediante el intercambio
franco, sin recurrir a la opresión o a la dominación.
Por la gracia divina, pues, tenemos la posibilidad
de aumentar el daño que se inflige en nuestro mundo o contribuir
a su sanación. Entonces, ¿cuándo nos daremos cuenta de los efectos
perjudiciales de la violencia en nuestro medio espiritual, social,
cultural y ecológico? ¿Cuándo reconoceremos la obvia irracionalidad
de la agresión militar, el conflicto nacional y la intolerancia
racial, todo lo cual denota falta de imaginación y de voluntad?
La transformación implica despertar de la indiferencia
y extender la compasión a las víctimas de la pobreza y de todas
las formas de injusticia. Como comunidades de fe y dirigentes religiosos,
debemos imaginar e iniciar otros caminos, que rechacen la violencia
y reconozcan la paz. Nuestra época será recordada por aquellos que
se dedican a la sanidad y a la transformación de la comunidad; nuestro
mundo será forjado por quienes creen y buscan "lo que contribuye
a la paz" (Romanos 14:19).
Este tipo de transformación es nuestra única
esperanza de romper el círculo vicioso de violencia e injusticia
-vicioso precisamente porque es el fruto del vicio. La guerra y
la paz son sistemas; representan maneras contradictorias de resolver
conflictos. Sin embargo, en el fondo, son una elección.
Hacer la paz es una cuestión de elección individual
e institucional, así como de cambio individual e institucional.
También esto exige metanoia, un cambio en las políticas y en las
prácticas. Hacer la paz requiere compromiso y valor; exige de nosotros
la voluntad de convertirnos en comunidades de transformación y perseguir
la justicia como requisito previo para la transformación global.
La transformación como sanidad de la Tierra
Durante los dos últimos decenios, el Patriarcado
Ecuménico ha hecho de la preservación del medio ambiente una prioridad
de su ministerio espiritual y pastoral. La transformación del corazón
y de la comunidad está íntimamente relacionada con la sanidad de
la Tierra. La relación entre el alma y su Creador, así como entre
los seres humanos, implica inevitablemente una relación equilibrada
con la naturaleza.
La manera en que nos tratamos unos a otros se
refleja en la manera cómo tratamos a nuestro planeta, así como la
manera en que respondemos a otras personas se refleja en la manera
cómo respetamos el aire que respiramos, el agua que bebemos y la
comida que consumimos. A su vez, nuestra protección del medio ambiente
revela el grado de autenticidad que existe en nuestra oración y
en nuestro culto.
Pues cuando restringimos la vida religiosa a
nuestros propios asuntos, desoímos la vocación profética de la iglesia
de implorar a Dios e invocar al Espíritu divino para la renovación
de todo el cosmos contaminado. En efecto, el cosmos entero es el
espacio dentro del cual se efectúa la transformación.
Cuando la gracia divina nos transforma, podemos
distinguir bien la injusticia en la que somos participantes activos
y no simplemente observadores pasivos. Cuando la gracia de Dios
nos toca, lloramos por la desgracia que hemos causado por no compartir
los recursos de nuestro planeta.
Por lo tanto, como la transformación del corazón
y de la comunidad, la conciencia ecológica también proviene de la
gracia de Dios y requiere la metanoia correspondiente: un cambio
de hábitos y de estilo de vida.
Paradójicamente, nos hacemos más conscientes
de los efectos de nuestros actos en las otras personas y en la creación
cuando estamos dispuestos a renunciar a algo. Pues vaciando nuestro
corazón de nuestros deseos egoístas, dejamos espacio para la gracia
de Dios. La teología ortodoxa habla de una kenosis del Espíritu.
Es por esto por lo que el ethos ascético es un
aspecto decisivo de la espiritualidad cristiana ortodoxa: aprendiendo
a renunciar vamos aprendiendo a dar; aprendiendo a sacrificar, aprendemos
esencialmente a compartir.
Con demasiada frecuencia nuestros esfuerzos en
pro de la reconciliación y de la transformación son obstaculizados
por una escasa disposición a renunciar, como individuos y como instituciones,
a modos de proceder establecidos; por nuestra negativa a abandonar
ya sea el consumismo derrochador o el nacionalismo arrogante.
Una visión transformada del mundo nos permite
percibir los efectos duraderos de nuestros modos de proceder en
otras personas, especialmente en los pobres, como imagen sagrada
de Cristo, así como en el medio ambiente, como huella silenciosa
de Dios.
Novena Asamblea del CMI: Orando por un
mundo transformado
La novena Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias
(CMI) tendrá lugar en Porto Alegre, Brasil, del 14 al 23 de febrero
de 2006. Su tema es una oración: "Dios, en tu gracia, transforma
el mundo."
Siendo la primera asamblea del Consejo en el
siglo XXI, reunirá cerca de tres mil líderes eclesiásticos y representantes
ecuménicos de casi todas las tradiciones cristianas y de todas partes
del mundo. Como tal, será una de las reuniones mundiales más amplias
de su tipo.
Las asambleas del CMI con frecuencia constituyen
un momento decisivo en la vida del Consejo, y se espera que también
ésta deje su marca en la historia ecuménica. Las deliberaciones
se centrarán en asuntos tales como el futuro del movimiento ecuménico,
el compromiso de las iglesias con la justicia económica así como
también su testimonio para superar la violencia, y los desafíos
enfrentados en medio de la pluralidad religiosa.
En Porto Alegre, los miembros de la familia ecuménica
podrán encontrarse en torno a la asamblea en un Mutirão, palabra
portuguesa que significa reunirse con un propósito en común. Integrada
por talleres, exposiciones y celebraciones culturales, esta parte
del programa de la asamblea ofrecerá a los miembros del movimiento
ecuménico más amplio la oportunidad de encontrarse, reflexionar
y celebrar juntos.
Esta es la primera asamblea del CMI que tendrá
lugar en Latinoamérica. El Consejo Nacional de Iglesias Cristianas
del Brasil (CONIC) será su anfitrión en nombre de todas las iglesias
de la región. Del 11 al 13 de febrero se llevarán a cabo eventos
previos a la asamblea para jóvenes y mujeres.
Sitio web de la asamblea: http://www.wcc-assembly.info/index.php?id=454&L=4.
Consejo Mundial de Iglesias
Su Santidad Bartolomeo I, arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma,
y patriarca ecuménico, es el "primero entre iguales" entre los jefes
de las iglesias ortodoxas (calcedonias), que suman unos 250 millones
de fieles en todo el mundo. Sus esfuerzos por relacionar la ecología
y la espiritualidad le han valido el título de "Patriarca Verde,"
y es conocido por su vigorosa promoción del diálogo y la reconciliación
entre los mundos cristiano, islámico y judío.
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