23 diciembre 2005
LIMA, Perú – "Religión y Política es una combinación explosiva que se debe evitar," advierte el director del diario Peru.21, Augusto Alvarez Rodrich, en una nota editorial publicada este viernes.
El comentario editorial surge tras la confirmación de la inclusión del expresidente de la Asociación Judía del Perú, Isaac Mekler, en la lista de candidatos al Congreso en las filas del Partido Nacionalista Peruano que encabeza el comandante Ollanta Humala. Asimismo, por los problemas de liderazgo, ventilados en los medios de comunicación, en los dos partidos con fuertes nexos con las comunidades evangélicas, Restauración Nacional (PRN) y Reconstrucción Democrática (PRD).
Días antes del cierre del registro de fórmulas presidenciales y alianzas -el martes último- el PRN, que lidera el pastor Humberto Lay Sun, se remeció desde sus cimientos tras la denuncia del secretario general, Walter Alejos, que acusó a la cúpula de prohijar a personajes vinculados al expresidente Alberto Fujimori.
Aparentemente las aguas del PRN han quedado en calma, luego que su Comité Ejecutivo Nacional expulsó al congresista Walter Alejos, respaldó a los personajes cuestionados sosteniendo que no había juicio pendiente contra ellos e inscribió su fórmula presidencial integrada por el pastor Lay Sun, Máximo San Román y María Eugenia de la Puente y Uceda.
La otra agrupación con vinculaciones evangélicas, el Partido Reconstrucción Democrática, está bicéfala por la contienda que protagonizan sus dos liderazgos. Un sector, encabezado por Ricardo Flores y la ex-congresista Juana Avellaneda, que mantiene el control del aparato partidario y la representación legal ante el Jurado Nacional de Elecciones, y otro, presidido por la abogada Beatriz Mejía.
El grupo de Mejía dice contar con la mayoría de comités regionales y acusa a sus competidores de haber "usado" a las bases evangélicas sólo con el propósito de lograr la inscripción del partido.
La experiencia de los evangélicos peruanos en política no es nueva. En 1990 constituyeron la primera cabeza de playa de la candidatura del entonces rector universitario Alberto Fujimori, un ingeniero sin base partidaria, que acabó ganándole la presidencia al candidato con mayor opción, el escritor Mario Vargas LLosa, y que, tras el triunfo, desembarcó a las huestes evangélicas.
En el contexto de los problemas suscitados en la comunidad judía y en los partidos de inspiración evangélica, Alvarez Rodrich cree que "relacionar la política con la religión es una vía segura para el desastre, y ya tenemos bastantes en el Perú como para buscarnos uno más."
"La política es la actividad de quienes rigen los asuntos públicos o aspiran a hacerlo. La religión, en cambio, se ocupa del culto a Dios en base a creencias o dogmas con sentimientos de veneración o temor hacia él. Ambas deben ir por cuerdas separadas, porque eso es lo que conviene a quienes profesan un credo -donde hay gente con diferentes formas de ver las cuestiones de gobierno- y, también a la política, la cual, si se cruza con la religión, desvirtuará sus fines," puntualiza Alvarez Rodrich.
El editorial precisa que "tratar de asociar la política con la religión, con el color de la piel o con quien comparte la cama, sólo puede llevar a la creencia -ciertamente errada- de que el credo, la raza o el sexo hace que algunas personas sean mejores que otras, lo cual no sólo es falso sino peligroso.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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