14 noviembre 2005
LIMA, Peru – En el Perú existen 17 millones de pobres, más de un 60 por ciento de la población, de los cuales la tercera parte sobrevive en condición de extrema pobreza, con un ingreso de 3 soles diarios (90 centavos de dólar), insuficientes para cubrir sus necesidades más elemtales.
Pese a los anuncios oficiales, esta situación continúa, dejando a una mayoría de peruanos al margen de la economía y el bienestar, y por ello, sostiene, el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), la lucha contra la pobreza es prioritaria.
En un Manifiesto Evangélico a la Nación, suscrito por el pastor Rafael Goto, el CONEP llama la atención sobre la dura situación que vive el país a escasos cinco meses de las elecciones presidenciales y en medio de una "aguda crisis de credibilidad."
Es necesario hacer notar que este proceso se desenvuelve en un clima de total desconfianza respecto a los actores políticos, debido a factores diversos como el incumplimiento de las promesas electorales, la actuación de espaldas a los verdaderos intereses de la nación o la falta de transparencia en la gestión pública, indica.
La sociedad peruana, precisa el pronunciamiento difundido el viernes 12, está profundamente afectada por el deterioro de la moral pública. Advierte que el sistema de corrupción sigue activo en el país, mientras se observa una actitud permisiva tanto de quienes tienen la responsabilidad de combatirla, como de la ciudadanía llamada a ejercer vigilancia.
"No se exagera al decir que no se trata sólo de individuos que cometen actos corruptos, sino de un sistema en el cual la corrupción ha llegado a formar parte de la vida," puntualiza.
La comunidad evangélica tiene el desafío de revalorar su rol de ser "Sal y luz" y de participar activamente en la lucha contra este flagelo, de velar por la transparencia de las instituciones incluyendo las suyas propias y de enfatizar en un discipulado sustentado en los valores del Reino de Dios, subraya.
Dice que el camino para sanar la sociedad es "sanar a la familia." La iglesia deberá priorizar su enfoque a la familia acercándola a Dios, uniéndola y mostrándole el propósito para el cual fue creada, anota. Aboga por relaciones más justas y equitativas entre los miembros de la familia, las de género y las inter-generacionales.
El CONEP asegura que en la base de muchos males que afectan al país, como la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, las violaciones, la violencia familiar, y otros, se encuentran graves fracturas familiares que son causas más profundas en el corazón humano.
El manifiesta demanda una irrestricta libertad religiosa en el país. Tenemos el derecho a que el Estado y los demás, respeten nuestra práctica religiosa y nuestro compromiso transformador con la sociedad, indica.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación
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