March 7, 2005
"Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz con ustedes!" (Juan 20:19)
Jesucristo resucitado se aparece a sus discípulos la noche de Pascua. Escondidos tras puertas cerradas con llave, ellos se sienten aterrados.
¿Se puede dar una descripción más adecuada que ésta de nuestro contexto contemporáneo? Somos personas temerosas: asustadas por la posibilidad de un ataque terrorista, temerosas del extranjero que vive entre nosotros, preocupadas por el futuro. Jesucristo resucitado está ante nosotros hoy de igual manera que como estuvo ante sus atemorizados discípulos. En medio de nuestro temor, nos saluda de una forma normal que se convierte en un regalo sumamente extraordinario: "La paz sea con ustedes."
El teólogo Joseph Sittler describe la paz de Dios como ." . . descanso, cuyo don es no sentir ninguna ansiedad por nada, que se cumple en una paz de Dios como movimiento, el cual se manifiesta con una preocupación sagrada por todo." [Joseph Sittler, El Cuidado de la Tierra y Otros Sermones Universitarios (Filadelfia: Casa Editorial Fortress Press, 1964), p. 39.]
Sin embargo, Jesucristo resucitado no sólo ofrece el don de la paz, sino que también se ofrece a sí mismo. Revela las heridas de su crucifixión y luego da la sorprendente orden: "Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes." (Juan 20:21) Cristo envía a sus seguidores, a pesar de lo aterrados que se sentían, de vuelta al mundo que crucificó a su líder. Pero no son enviados solos al mundo "Y sopló sobre ellos, y les dijo: – Reciban el Espíritu Santo.'" (Juan 20:22)
En la comunidad del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, nos envía a proclamar que Jesucristo ha resucitado para la sanación del mundo. ¡Aleluya!
Revdo. Mark S. Hanson
Obispo Presidente Iglesia Evangélical Luterana en América Pascua del 2005
ELCA News Service
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