28 feb 2005
LIMA, Peru – Ante los planes del gobierno peruano de poner en marcha un programa de ayuda a los más pobres del país, los evangélicos de la Campaña Desafío Miqueas expresaron su acuerdo pero siempre que forme parte de una estrategia global de desarrollo integral.
El presidente Alejandro Toledo anunció hace algunos días el propósito gubernamental de otorgar un subsidio en efectivo de 100 soles mensuales (alrededor de 30 dólares) a las familias más pobres del Perú. Ese programa se empezará a aplicar, gradualmente, en las zonas del país donde el índice de miseria es gravísimo.
La Campaña Desafío Miqueas tiene como objetivo fortalecer el compromiso cristiano con los pobres y recordar a las autoridades de todos los países su compromiso de alcanzar las metas del desarrollo del milenio adoptadas en la Asamblea de las Naciones Unidas en septiembre del año 2000, con el objetivo de reducir la pobreza extrema, a nivel mundial, a la mitad en el año 2015.
El Comité de la Campaña Desafío Miqueas, integrado por Erika Izquierdo, Alfonso Wieland, Rolando Pérez, Ricardo Verástegui López, Juan Inocencio, Ruth Alvarado, Sarvia Grijalva, conocidos líderes evangélicos y de organizaciones de servicio, expresó su posición en un comunicado.
Precisan que apoyan "toda iniciativa que busque el alivio de la pobreza y la extrema pobreza en que se debaten millones de personas, siempre y cuando esta iniciativa sea parte de una estrategia global, desde un enfoque global de desarrollo integral, por parte del Estado, de erradicación de la pobreza y las causas que la originan."
Además, manifiestan su preocupación porque, "si Pro Perú (nombre dado a la iniciativa) no es parte de una estrategia de erradicación de la pobreza, este programa se convierta en un instrumento más de asistencialismo, que no ayude a solucionar el problema de fondo que se pretende atacar o se convierta en un arma al servicio de la corrupción o el clientelismo político."
La Campaña Desafío Miqueas, enfatizan, agrupa a ministerios e iglesias evangélicas que comparten como objetivo común contribuir a la transformación integral de las naciones, en cumplimiento del mandato bíblico de ser "luz y sal" para nuestra generación.
En esa condición, concluye el documento, "demandamos al Estado diseñar y ejecutar una política de erradicación de la pobreza que se inicie con la población en extrema pobreza localizada en las zonas afectadas por la violencia que requiere ser reparada."
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (ALC)
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