22 feb 2005 Por Walt Wiltschek
Como parte de un proceso de cambio en su cultura como organizaciñon, el comité central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha modificado su reglamento y adoptado un método de toma de decisiones por consenso. El cambio promete fortalecer la participación y compromiso de las iglesias miembro, e ir mucho más allá de la preocupación que le dio origen.
El ex presidente de la Iglesia Unida en Australia, pastor Dr. D'Arcy Wood, recuerda un escabroso período en la historia de su denominación.
Su iglesia fue creada como resultado de la unión de tres iglesias en 1977. "Antes de que pasaran diez años comenzó a surgir cierta insatisfacción con los reglamentos empleados en la toma de decisiones," recuerda Wood. La preocupación fue encarada mediante un proceso aparentemente simple que pronto desembocó en un escrutinio mucho más amplio de cómo se tomaban las decisiones en la iglesia.
Por ejemplo, dice Wood, un grupo se planteó preguntas como las siguientes: "Cómo hacemos para incluir a otros y trabajar juntos?" "Cómo hacemos para tomar decisiones que reflejen tanto como sea posible la diversidad de la iglesia?"
Buscando inspiración, la iglesia prestó atención a la experiencia de los "Amigos" (Quáqueros), quienes tienen una larga tradición en la toma de decisiones por consenso. Asimismo consideró las experiencias de otras iglesias estadounidenses, y la de los aborígenes australianos, cuya cultura no incluye un estilo parlamentario de toma de decisiones.
Todo esto llevó a que un nuevo sistema de reglas – que llegó a ser conocido como modelo de consenso – fuera adoptado por la iglesia en 1994. Wood comenta que, sin embargo, diversas modificaciones habrían de ser introducidas durante largo tiempo. En primer lugar, el sistema aborigen no estaba atado a agendas ni a ajustados programas. "Tuvimos que modificarlo para adaptarlo a nuestro estilo occidental de hacer las cosas," afirma.
El modelo también exigió un considerable proceso educativo, tanto del moderador (quien tiene una enorme responsabilidad) como de los participantes en las reuniones. "Y la educación continúa después de once años," dice riéndose Wood.
El reconoce que era escéptico al comienzo, especialmente en cuanto al empleo del modelo con grandes grupos, tales como sínodos y conferencias nacionales. Sin embargo "ha funcionado – dice – , mis dudas fueron acalladas."
Aprendiendo en la práctica
Cuando el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) comenzó a examinar su propio proceso de toma de decisiones prestó atención al modelo de la iglesia australiana.
El tema surgió dentro del CMI en el seno de la Comisión Especial sobre la Participación de los Ortodoxos, que consideró maneras de asegurar que la voz ortodoxa fuera oída en las decisiones del Consejo. Dado que el sistema parlamentario puede resultar con frecuencia en que una significativa minoría se encuentre del lado "perdedor" de las votaciones, lo que se buscaban eran alternativas al sistema de votación.
Esa comisión, de la cual Wood fue miembro, preparó un documento sobre el modelo de consenso. El documento atravesó diversas etapas dentro de la organización, creciendo en alcance y en extensión.
Algunos de los comités del CMI habían estado empleando ya con anterioridad un estilo de decisiones por consenso. Otros, como el comité que supervisa los programas de trabajo, comenzaron a ensayar el nuevo modelo. Finalmente, en su reunión de febrero de 2005, la agenda del comité central incluyó una propuesta de modificación del reglamento – especialmente de la regla sobre "Conducción de reuniones" – por la cual el consenso llegaría a ser el método para llevar adelante todos los procesos de decisión del Consejo. Los miembros del comité central adoptaron las necesaias modificaciones al reglamento el martes 22 de febrero.
El secretario general de la organización, pastor Dr. Samuel Kobia, había afirmado en su informe a los miembros del comité en la sesión inaugural de la reunión que era tiempo de considerar tal cambio.
"Algunas iglesias miembros han descubierto ya en su propia vida y su testimonio internos que la toma de decisiones por consenso es una mejor manera de reflejar la naturaleza de la iglesia descrita en el Nuevo Testamento," dijo Kobia. "Otras iglesias miembros sostienen enérgicamente que el CMI puede dar hoy testimonio en un mundo marcado por conflictos, tensiones y guerras no sólo por sus programas, sino por su manera de operar."
Tanto Kobia como Wood advirtieron a los miembros del comité que la nueva manera de llevar adelante los procesos de decisión requeriría ciertos ajustes.
"Es como manejar un automóvil," ilustró Wood al introducir el nuevo sistema el primer día de la reunión. "Leer un manual sobre conducción y conocer las instrucciones del vehículo es muy diferente de manejarlo. Trataremos de aprender a ‘manejar' en la práctica esta semana."
Kobia, por su parte, aseguró al comité central que las preocupaciones en relación con el nuevo modelo habían sido tomadas en cuenta, y ciertas "válvulas de seguridad" habían sido creadas dentro del sistema para evitar que se llegara a una "parálisis." Por ejemplo, si no es posible alcanzar consenso en cuanto a un tema pero miembros del comité sienten la urgencia de llegar a una decisión, el tratamiento del mismo puede pasar al modo de votación si el 85 por ciento de ellos así lo aprueba – una posibilidad que se espera se dé raramente. Algunos asuntos, como elecciones, presupuestos y cambios constitucionales continuarán siendo resueltos por votación.
"No es una varita mágica que resuelva todos nuestros problemas," afirma Wood, "pero, potencialmente, tiene mucho que ofrecer al CMI."
Construyendo un espíritu común
Eden Grace, de la Sociedad Religiosa de los Amigos y miembro del comité central, pidió a los participantes ser flexibles al probar el nuevo modelo.
"Escuchen a cada uno y respondan a los demás con un espíritu abierto de escucha," dijo Grace. "No se trata solamente de acumular más mensajes a favor que en contra. Se trata de construir un espíritu común. Es un abordaje mucho más dialógico que en el pasado."
Ese abordaje se hizo visible a través de las mesas de diálogo que siguieron a las distintas presentaciones, particularmente después de aquellos temas potencialmente polémicos como, por ejemplo, la sexualidad humana.
Cada delegado recibió una tarjeta naranja que exhibía cuando experimentaba una sensación de "calidez" hacia un tema o idea de un orador. Otra tarjeta azul servía para exhibir sentimientos de "frialdad" hacia un concepto o idea. El sostener las tarjetas naranja y azul juntas sugería que ya era hora de pasar a otro tema.
Algunos expresaron su temor de que los oradores pudieran sentirse intimidados si viesen tarjetas azules emerger a su alrededor. Los redactores de las nuevas reglas admitieron que a algunos les costará acostumbrarse al proceso, pero también señalaron que las tarjetas no deben ser agitadas en lo alto, sino sostenidas sutilmente a nivel del pecho, para ayudar al moderador a discernir el estado de ánimo del grupo.
Los miembros del comité también fueron entrenados para no refutar inmediatamente la opinión de los oradores, o para no repetir lo ya dicho por otro. La meta del consenso, se les dijo, es construir sobre la base de la sabiduría y la comprensión que cada orador ofrece, para avanzar en la construcción de un espíritu común, "tratando de discernir el espíritu de Cristo."
Sin embargo, Anne Glynn-Mackoul, abogada ortodoxa estadounidense y miembro del comité central que participó en la redacción de las nuevas reglas, señaló que ese espíritu común no significa necesariamente unanimidad.
"También puede significar que la mayoría está de acuerdo y que los demás permiten que la decisión avance," explic Glynn-Mackoul. "O bien el cuerpo decisorio puede estar de acuerdo en que hay varias posiciones que pueden ser sostenidas, o el tema puede ser pospuesto."
El comité del CMI que decide la agenda tendrá ahora un papel más importante en términos de discernimiento. El comité evaluará si un asunto es demasiado controversial incluso para llegar a ser tratado en un plenario, manejándolo entonces de forma diferente: como una "conversación ecuménica" por ejemplo, o como una sesión informativa donde ninguna decisión es tomada.
Los redactores de las reglas de consenso coinciden en que todo esto podría tomar más tiempo, y que podría requerir que menos asuntos sean tratados en las reuniones. "Podríamos necesitar aligerar la agenda," dijo Glynn-Mackoul, "pero yo no pienso que una agenda sobrecargada es la mejor opción."
Muchos delegados probarán el modelo del consenso en la novena asamblea del Consejo, en febrero de 2006. Grace considera que a la mayoría le gustará, una vez que se acostumbre a él.
"Será algo nuevo experimentar los frutos del consenso en formas a las que no estamos acostumbrados," dijo Grace. "Ahora necesitamos apropiárnoslo, experimentarlo y descubrir de qué modo nos cambiará."
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) Walt Wiltschek es ministro ordenado en la Iglesia de los Hermanos (EUA) y redactor de "Mensajero," la revista mensual de la iglesia.
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