ene 28, 2005 Por Manuel Quintero
QUITO, Ecuador - Un informe de la entidad no gubernamental con sede en Alemania, Transparencia Internacional (TI), en el que se ubica a Latinoamérica entre las regiones del mundo con mayor corrupción, provocó reacciones de líderes de iglesias del continente.
Según el llamado Barómetro Global de la Corrupción 2004, los políticos latinoamericanos se cuentan entre los más venales. El Barómetro es calculado sobre la base de una encuesta llevada a cabo en 64 países del mundo entre más de 50 mil personas, en la que se preguntó al público en general hasta qué punto percibe que ciertas instituciones (políticas, parlamentos, policía, entre otros) son afectadas por la corrupción.
En opinión de sus ciudadanos, Ecuador aparece como el país de Latinoamérica con los políticos más corruptos. En una escala del 1 al 5, donde 1 quiere decir no corrupto y 5 extremadamente corrupto, Ecuador alcanzó 4,9 puntos, seguido Argentina y Perú con 4,6.
Pero el informe de Transparencia Internacional, según el pastor Juan Abelardo Schvindt, secretario ejecutivo de la Iglesia Evangélica Reformada del Río de la Plata (IERP), es parcializado.
En un mundo globalizado y sobre todo en vista de la misma historia de América Latina, no basta con mostrar una de las "puntas" de la corrupción, señaló.
Por eso el informe de Transparencia Internacional es apenas una de las caras de la moneda y vale preguntarse a quién beneficia ese tipo de informes y si acaso es posible ver la corrupción aislada de la historia que la ha promovido y generado, dijo el pastor Schvindt.
En Argentina, agregó, "no podemos reducir la corrupción a un simple delito de 'tráfico de influencias' del gobierno de turno, ya que la corrupción tiene que ver no sólo con la economía y la política. Tiene que ver con otros agentes y personas, además de situaciones y circunstancias. Por ello es, sobre todo, una manifestación mucho más compleja y que abarca todos los niveles de la vida."
Aunque es correcto señalar la corrupción en el poder político, militar y de policía, es necesario "seguir hasta las actitudes más cotidianas de la gente," puntualizó.
"Desde la coima para que no nos hagan la boleta de tránsito hasta evitar el número en el hospital porque somos amigos ó amigas de la jefa de la sección de enfermería, ó sobornando al personal de la aduana para que nos permita pasar un elefante. Ni hablar de quienes adulteran sus balanzas o agregan ganancias -como dice la Escritura- injustas," señaló.
Una posición compartida por el pastor Estuardo López, presidente de la Confraternidad Evangélica Ecuatoriana, para quien el fenómeno de la corrupción no se limita a los niveles gubernamentales y las esferas de poder político y económico, sino también a los ciudadanos comunes y corrientes, que participan de actos de corrupción en busca de ventajas personales. "Existe una cultura de la corrupción generalizada en todo el país," afirma.
López destaca que la Confraternidad ha impulsado una serie de actividades para exponer la realidad de corrupción que vive el país, y para desafiar a la iglesia y a la sociedad a adoptar "un nuevo estilo de vida, un estilo de vida basado en los valores del Evangelio."
"Ahora que las iglesias evangélicas han crecido y tienen la posibilidad de ser escuchadas, nos corresponde ser sal y luz en la sociedad, luchar contra el espíritu del materialismo, que es una de las causas de la corrupción, y proponer en cambio un espíritu de servicio y de solidaridad con los más necesitados," enfatizó el presidente de la CEC.
Schvindt, por su parte, cree que las mismas iglesias "no están libres de sospecha cuando hablamos de corrupción y del ejercicio del poder. Por ello debemos trabajar por una transparencia plena tanto hacia el interior de las iglesias como asimismo al interior de nuestras propias sociedades."
Se trata de trabajar desde la doble acción de la denuncia y el anuncio: "Denuncia de lo que vemos y anuncio de lo que somos. Y, desde allí construir una relación crítica con la cultura y con la sociedad, orientada a una convivencia basada en la construcción de un proyecto común de vida." Porque la corrupción, concluyó "mata y genera muerte."
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