November 18, 2004 Por Manuel Quintero
QUITO, Ecuador - La igualdad de cultos no fue un regalo del Estado, sino una conquista de la iglesia evangélica, dijo aquí el obispo pentecostal chileno Francisco Anabalón, en la segunda jornada de la consulta andina sobre igualdad religiosa, que reúne en la capital ecuatoriana a unos sesenta representantes de iglesias y organismos cristianos de varios países latinoamericanos y de España.
"Era inaceptable la aberración jurídica de que en Chile, siendo un Estado no confesional, la iglesia mayoritaria disfrutara de una serie de privilegios. No buscamos obtener esos mismos privilegios del Estado, sino que se reconociera el derecho de las iglesias evangélicas a ser instituciones de derecho público," señaló.
En Chile hasta antes de la ley de igualdad de cultos las iglesias evangélicas debían inscribirse como cualquier organización cívica, cultural o deportiva. Requerían autorización, entre otros, de parte del intendente y del gobernador. Al otorgarse la persona jurídica de derecho público las iglesias ahora tienen mayor libertad.
En este proceso, explicó Anabalón, debemos reconocer un importante antecedente histórico: la trayectoria de lucha de las iglesias evangélicas desde la época colonial misma, cuando imperaba la Inquisición, y de sucesivas constituciones que establecían que la religión oficial de Chile era la católica romana.
Hacia finales del siglo XIX, señaló, algunos hermanos vieron la posibilidad de realizar los cultos en privado -ya que la Constitución vigente prohibía el ejercicio público de la fe evangélica-, y se construyeron templos para acomodarse a esas exigencias.
Todavía quedan algunos de esos templos, como en Valparaíso, construidos a algunos metros del límite de la propiedad, rodeados por un muro alto y con un acceso lateral, puntualizó el obispo Anabalón, moderador del Comité de Organizaciones Evangélicas (COE).
En 1925 un gobierno liberal decretó la separación entre la Iglesia y el Estado; pero, como señaló en su momento un alto prelado católico chileno, aunque el Estado se separara de la Iglesia Católica, ésta nunca se separaría del Estado.
Se vivió desde entonces una etapa de tolerancia, pero se mantuvo la aberración jurídica de que, siendo el Estado chileno un Estado no confesional, algunas de sus instituciones abrazaran como religión oficial al catolicismo.
Llegar a la presente legislación sobre igualdad de cultos, que fue aprobada en 1999, tomó casi una década de esfuerzos, explicó Anabalón.
En este proceso, algunas consignas se convirtieron en banderas de lucha, entre ellas "queremos una iglesia libre en un Estado libre," y "no a la tolerancia, sí al respeto a nuestros derechos."
"Repetimos tanto aquella frase del patriota mexicano Benito Juárez, 'el respeto al derecho ajeno es la paz', que algunos hermanos pensaron que era un versículo bíblico," dijo, provocando risas en el auditorio.
Apreciamos que en esa lucha en realidad nos estábamos enfrentando a las fuerzas de las tinieblas, a fuerzas que se oponían a la verdad, la justicia y la libertad. Por eso, en nuestras campañas, enfatizamos mucho la oración, para librar esa batalla espiritual, afirmó.
En esos años aprendimos a valorar nuestra historia y nuestra herencia, nos dimos cuenta de que tenemos un pasado del cual podemos estar orgullosos, especialmente de aquellos misioneros ingleses, estadounidenses, alemanes, entre otros, que hicieron aportes fundamentales en la fundación de nuestras repúblicas, especialmente en el campo de la educación, señaló.
El líder pentecostal chileno también hizo referencia a la dimensión política del proceso, a la necesidad de dialogar con las diferentes fuerzas y partidos políticos en busca del apoyo necesario para cambiar la legislación.
Éramos absolutamente ignorantes del mundo político, con poca formación cívica para saber cómo se hace una ley, pero a la vez nos percatamos de que el mundo político tenía una ignorancia supina del mundo evangélico, puntualizó.
Entre los mayores obstáculos el obispo Anabalón destacó "la oposición cerrada de la jerarquía católica romana"; una jerarquía que, además, subestimó la capacidad de las iglesias evangélicas para adelantar sus propuestas y lograr el apoyo de las fuerzas políticas y de otros sectores de la sociedad civil. Y citó al respecto una frase del ex presidente Eduardo Frei, un católico practicante: "Mi iglesia se metió tarde, y se metió mal."
Otro serio obstáculo fue la falta de unidad de las iglesias evangélicas, que les permitió a las autoridades rechazar el diálogo por la ausencia de interlocutores calificados y representativos. Pero, añadió, "fuimos sensibles a la dirección del Espíritu Santo y poco a poco se fue gestando la unidad."
El obispo Anabalón concluyó reconociendo que "la ley no cambia el corazón de la gente," y que las iglesias evangélicas enfrentan hoy las tareas de luchar contra la cultura establecida, de educarse a sí mismas y de educar a la iglesia mayoritaria para que todos reconozcan de una vez que existe hoy en Chile una nueva realidad religiosa y jurídica.
Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (ALC)
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