7 Octobre 2004 por Martin Smedjeback
Jóvenes y viejos vinieron de distintas partes del mundo al pequeño pueblo de Anata para reconstruir una casa palestina demolida, junto a israelíes y palestinos. Querían proporcionar un hogar a 23 personas, pero también tenían una motivación más importante; construir una casa era a la vez un acto de resistencia a la Ocupación.
Tras ser desplazados de su territorio en el desierto del Negev, la familia Kabuah llegó al pueblo de Anata, a las afueras de Jerusalén en 1980. Compraron un terreno y comenzaron a construir una casa, que fue terminada en 1998. Durante años, intentaron sin éxito conseguir un permiso para construir la casa. En junio de 2004, fue derribada por las autoridades israelíes, dejando a la familia Kabuah de 23 miembros sin un techo donde cobijarse.
Desgraciadamente, la familia Kabuah no es la única que se enfrenta a esta situación. Según el Comité Israelí Contra la Demolición de Casas (ICAHD, Israeli Committee Against House Demolitions), desde 1967 Israel ha destruido casi 9.000 casas palestinas, dejando a aproximadamente 50.000 personas traumatizadas y sin hogar.
Las casas que se destruyen no pertenecen sólo a suicidas con bomba o sus familias. De acuerdo con ICAHD, la inmensa mayoría de las casas son demolidas simplemente porque carecen de permiso de construcción. Los palestinos construyen sin permisos porque les resulta casi imposible obtener el debido permiso, tanto en Israel como en los Territorios Ocupados. "El motivo para destruir casas palestinas es puramente político, aunque se emplean elaborados sistemas de planificación de reglamentos, leyes y procedimientos para darles una justificación legal," afirma Lucia Pizarro, coordinadora internacional de ICAHD.
Normalmente, se pega una orden de demolición en una casa, lo que puede conllevar su destrucción inmediata al día siguiente. Puesto que muchas casas palestinas no tienen permisos, estas familias saben que sus casas pueden ser destruidas en cualquier momento, aunque también pueden permanecer allí durante años, lo que aumenta la ansiedad y la incertidumbre. Además de arriesgar la pérdida de sus casas, los palestinos pueden ser multados severamente por no tener un permiso, con cifras que alcanzan la friolera de 25.000 dólares. Algunas veces incluso deben pagar los gastos de la demolición de su propia casa.
"La demolición sistemática de casas palestinas representa un ataque a todo un pueblo, un intento de hacer que los palestinos se sometan a un mini-estadoS bajo control israelí," afirma Jeff Halper, coordinador de ICAHD. ICAHD es un grupo no violento de acción directa establecido en su origen para oponerse y resistir a la demolición israelí de casas palestinas en los Territorios Ocupados. Desde entonces, ha ampliado sus actividades de resistencia a otras áreas: expropiación de terrenos, expansión de los asentamientos, construcción de carreteras de circunvalación, las políticas de 'cierre' y 'separación', tala de olivos y árboles frutales, y reconstrucción de casas. La de los Kabuah fue una de las casas elegidas por ICAHD para su reconstrucción.
Una tradición noble: quebrantar una ley injusta
Unas 20 personas de todas las edades procedentes de Europa y América del Norte acudieron a la localidad de Anata en agosto de 2004 en respuesta a la invitación de ICAHD de reconstruir la casa de los Kabuah junto con palestinos e israelíes. Devorah Brous, una joven israelí y la directora del campo de trabajo, recibió a los voluntarios internacionales en su primer día en el campo de construcción.
"Durante este campo de trabajo, nos esforzaremos por aprender lo máximo posible sobre los diversos componentes de la Ocupación de Israel a la vez que la desafiamos," dijo Brous. "La construcción de asentamientos, carreteras de circunvalación, zonas industriales e incluso reservasnaturales, es la estrategia del gobierno israelí para crear hechos sobre el terreno. En vez de simplemente manifestarnos, en vez de levantar carteles de protesta sobre lo que ocurre en el lugar, nosotros también creamos hechos sobre el terreno. Trabajamos juntos para resistir la Ocupación activa, estratégica y positivamente." Se desperdició poco tiempo antes de empezar a trabajar en serio.
Los voluntarios se reunieron en el lugar de la construcción preparados para el trabajo serio ya el primer día del campo de trabajo. Después de todo, sólo disponían de dos semanas para reconstruir la vivienda. Junto a trabajadores palestinos, transportaron pesados cubos de cemento para los pilares de la casa. Jóvenes y viejos, todos participaron, ya tuvieran 20 años o 70.
Richard Ward, escritor y antiguo profesor de instituto de 57 años, natural de Nuevo México, era uno de los voluntarios en el lugar. "Reconstruir una casa demolida como hacemos aquí es una tarea muy verdadera y justa," dijo Ward. "Una casa es esencial, construirla para alguien es simbólico. Pero es también algo muy real, muy tangible."
Cada uno de los participantes en el campo de trabajo había sido informado de que podía ser arrestado por la policía israelí por participar en la construcción de una casa sin permiso. Todos ellos siguieron un curso de formación en la no violencia para practicar cómo actuar si la policía israelí o los militares venían a arrestarles.
Ward era consciente de que estaban infringiendo la ley, pero seguía pensando que su acción era correcta. "Estamos quebrantando la ley, pero sabes, incluso en Estados Unidos tuvimos a Martin Luther King que dijo que era la obligación moral de uno el quebrantar una ley injusta, y siento que estamos siguiendo esta tradición, que es una tradición noble," dijo Ward. "Me siento muy bien yendo contra la ley en este caso, muy bien. Y si nos arrestan, pues que nos arresten."
Construyendo relaciones mediante la construcción de una casa Construir una casa es también un vehículo para construir nuevas relaciones y, en algunos casos, nuevas percepciones e ideas. Matt Robson era uno de los cuatro miembros del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) del Consejo Mundial de Iglesias, que ayudaba a construir la casa. "Las cosas en esta región están muy polarizadas," afirmó Robson. "Muchos palestinos ven a los israelíes como gente mala y muchos israelíes ven a los palestinos como gente mala. Me gustan los proyectos donde todos trabajan codo con codo y derriban estas barreras. En la obra, realmente no importaba quién eras o de dónde venías. Si tenías una destreza, la utilizabas. Si no, simplemente agarrabas un cubo y movías las cosas de sitio. Creo que fue un buen ejemplo de cooperación."
Sara Turra, una joven italiana, ha pasado los últimos cinco meses en Hebrón con la organización International Palestinian Youth League. Los únicos israelíes que había conocido eran colonos y soldados. "Me resultaba difícil pensar en ellos como gente corriente," afirmó. "Después del campo de trabajo, tengo otro punto de vista sobre los israelíes que me complica las cosas. Es más fácil ver las cosas como buenas y malas, buenos palestinos y malos israelíes, pero seguramente es mejor tener una perspectiva más completa de la realidad."
Bill Christison, un jubilado que solía trabajar para el gobierno de los Estados Unidos, participó en el campo de trabajo como parte de su compromiso duradero con la causa palestina. Él cree que los estadounidenses están predispuestos a tener un punto de vista positivo sobre los colonos, un tema que siempre se presenta como un escollo principal en las negociaciones de paz. "La palabra 'colono' es una palabra muy positiva para los estadounidenses"; y continúa "La gente, a lo largo del siglo XIX, se convirtió en colonos en los EE.UU., por ello ésta es una palabra que a los estadounidenses les gusta oír."
Antes de empezar el proyecto de construcción, Salome Phillmann, una estadounidense de 23 años de edad, activa en Iowans for a Free Palestine, se preocupaba por que la opinión delos palestinos en cuanto al rol de la mujer pudiera ser un problema. Las mujeres generalmente no construyen casas en Palestina. "No sabía si recibiría el mismo respeto que un hombre, pero me ha sorprendido totalmente el hecho de que nunca he sentido que se me tratara de manera diferente a ningún otro trabajador en la obra," afirmó Phillmann. "Si quería hacer algún trabajo en particular, desde poner ladrillos a mezclar cemento, todos me dejaban gustosamente intentarlo."
Campaña mundial para reconstruir casas palestinas
ICAHD quiere ser capaz de reconstruir más casas y por esta razón ha comenzado un programa llamado "Derecho a una casaS y a una patria. Campaña mundial para reconstruir casas palestinas." Esperan obtener suficiente dinero para reconstruir entre 20 y 30 casas, y están animando a gente de todo el mundo a celebrar fiestas en sus propias casas para "aumentar la concienciación sobre la Ocupación y recaudar fondos para reconstruir."
En la lucha no violenta de Mahatma Gandhi contra la ocupación británica de la India, "el programa constructivo" era tan importante como la no cooperación con la ocupación. Gandhi pensaba que el mundo debe construirse al mismo tiempo que se resisten las acciones injustas y se derriban las estructuras nefastas. Reconstruir casas palestinas satisface ambas metas: resistir una ocupación opresora a la vez que se construyen casas y un posible Estado para la gente palestina.
Cómo se construye la percepción del "otro" es una parte importante de la creación de cualquier conflicto y de su resolución. Otra característica claramente no violenta del campo de construcción es la negativa de ver al "otro" como un enemigo. "Son israelíes, son palestinos e internacionales, todos nosotros juntos diciendo a nuestros gobiernos: 'nos negamos a ser enemigos'," afirmó Halper.
Tras dos semanas, el trabajo estaba hecho. La casa que una vez fuera una montaña de escombros estaba de nuevo en pie, cual ave fénix que resurge de sus cenizas. "Es hermoso," Phillmann dijo, sin intentar ocultar el orgullo de haber participado en la construcción. Está decidida a volver el próximo verano para reconstruir otra casa demolida junto a ICAHD.
"De repente, 23 personas ven su casa rodeada de bulldozers y se les echa a la calle," dijo Abu Jamal, el cabeza de familia de los Kabuah. "Sólo podemos elegir odiar. Pero cuando vemos a todos estos voluntarios que han venido a ayudarnos, nos damos cuenta de que no estamos solos. Quiero agradecer a la comunidad internacional, palestinos e israelíes por venir a ayudarnos a tener de nuevo un hogar."
Mucha gente fue invitada a la inauguración de la casa con canciones, discursos, baile, plantar árboles y fantástica comida. Salim Shawamreh, cuya casa ha sido destruida en cuatro ocasiones, se dirigió a los voluntarios internacionales que ayudaron a construir la casa. "Os agradezco que hayáis dejado a vuestras familias en el extranjero, para venir aquí a ayudar a los palestinos, no sólo con palabras, sino con vuestras propias manos," dijo. "Os agradezco que hayáis venido aquí para unir de nuevo a una familia de 23 miembros. La Ocupación Israelí los echó a la calle. Vosotros les devolvéis ahora a su hogar. Es algo grande"
El Consejo Mundial de Iglesias Martin Smedjeback es secretario de noviolencia en el Movimiento Sueco por la Reconciliación. Durante una anterior visita a Israel y Palestina, recopiló material para un libro titulado Noviolencia en Israel y Palestina. Actualmente trabaja como acompañante ecuménico en Jerusalén.
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